Una bahía impresionante, aguas turquesas que bailan al compás del viento, arena fina, cascadas y montañas ganadas por la vegetación tropical. ¿Qué más tendríamos que pedirle al paraíso?
A hora y media de la ciudad de Río de Janeiro, viajando hacia el oeste, el municipio de Mangaratiba propone una escapada divertida y placentera para los amantes de la naturaleza y la historia: aquí podemos disfrutar de los deportes náuticos, la pesca y el ecoturismo, pero también asomarnos al antiguo Imperio del Brasil visitando las Ruinas de Saco, que son la entrada a la Estrada Imperial, el primer camino para vehículos que tuvo el país, en 1856.
Mangaratiba es también uno de los principales accesos a Ilha Grande, una ínsula preciosa donde no circulan autos y los pájaros y el agua mandan.
¡Playas a tu gusto!
Además de las extensas playas Grande y Muriqui, de 1 km cada una, podemos visitar la hermosa playa de Ibicuí, ideal para los deportes acuáticos. La playa de Junqueira, por su parte, es la favorita de los amantes de la pesca, mientras que la Ribeira es la mejor para disfrutar en plan infantil. La playa de São Braz, con arena blanca y cocoteros, está rodeada de montañas con selvas frondosas y es un verdadero sueño.
Los alojamientos en la bahía no son muchos, pero todos de gran nivel. El Portobello Resort and Safari es célebre precisamente por sus safaris. También podemos alojarnos en el Club Med Rio das Pedras, ubicado en la desembocadura de un río al pie de montañas tropicales. El otro lugar posible es el Porto Real, que está sobre la playa, al igual que el Rio Das Pedras, aunque un poco más aislado que este último.
Paseo vintage
Con estilo barroco y rococó
Fundada en 1700, la ciudad de Mangaratiba preserva muchos de sus edificios antiguos. Son dignos de visitar la iglesia Nuestra Señora de Guía, del siglo XIX y de estilo barroco; y la mansión del Barón de Saí, de estilo neoclásico. También podemos conocer el Chafariz Imperial, de 1827, principal punto de abastecimiento de agua de la ciudad.