Trasladarse a las grandes ciudades desde lugares más pequeños puede ocasionar un desarraigo, no sólo a nivel afectivo sino también en lo que respecta a nuestros hábitos deportivos. Ante un cambio de vida o residencia, reemplazar un entrenador al que ya le confiamos la enseñanza de un deporte que practicamos hace años, no es una tarea sencilla. Algo similar ocurre cuando queremos incursionar en alguna nueva disciplina y no sabemos cómo empezar, ni dónde encontrar algo que nos quede accesible a nuestros horarios, ubicación y bolsillo.
Pero, afortunadamente, nos toca vivir en una era en la que la solución a muchos de nuestros problemas está al alcance de una app.
En eso pensaron los argentinos Jorge Pablo Macciuci (34), Ignacio Lobo (34) y Julián Duarte (29) para crear StartMeApp, la primera aplicación que reúne profesionales del deporte y el fitness con sus posibles alumnos.
"Nos basamos en los modelos de Airbnb y Uber para desarrollar una solución destinada a un nicho que vimos que estaba desatendido", cuenta a Rumbos, Julián Duarte, líder de marketing del equipo. La aplicación colabora para que el proceso de búsqueda de profesores de distintos deportes sea lo más sencillo posible. Tiene un sistema de filtros que permite elegir variables como: "tipo de disciplina", "zona", "horario", "precio" y "clase grupal o individual", entre otras; y te conecta con los entrenadores que se adaptan a esas preferencias.
Pero el servicio no termina en la simple búsqueda. La plataforma permite que una vez que localizás a tu entrenador, te pongas en contacto con él, reserves la clase e incluso la pagues desde tu celular.
El éxito de estos tres emprendedores argentinos –que aspiran a generar una facturación de US$130.000 durante este año– fue crear una experiencia completa. Con recursos y desarrollo 100% argentinos, lograron agrupar lo mejor de todo nuestro mundo técnológico cotidiano en el nicho deportivo.
Usaron el modelo de Uber para crear la aplicación, le sumaron la geolocalización de GoogleMaps para reunir entrenadores y clientes en puntos cercanos; también le incorporaron la opción de chat al estar conectado con Whatsapp, para que el usuario pueda consultarle sus inquietudes al entrenador. Y, por último, añadieron la practicidad de MercadoPago para pagar y cobrar clases, todo desde el celular. "Aunque también es lícito que las partes salden sus deudas en efectivo porque apostamos a la autogestión de los usuarios", agrega Duarte.
StartMeApp está disponible de manera gratuita desde mediados de marzo de 2018, para los sistemas operativos IOs y Android. Y consiguió, en sus apenas once meses de existencia, sumar 900 entrenadores en más de 45 deportes y disciplinas diferentes.
Lo innovador, además de facilitar el contacto, es que permite desempolvar deportes que quizá no nos imaginábamos que podíamos practicar. Dentro de las opciones, están las disciplinas más tradicionales como fútbol, basquet, yoga, running o atletismo, pero también las más específicas e inusuales como esgrima, pesca deportiva, ski, ping-pong y paracaidismo. A su vez, esto permite reunir entrenadores y deportistas acordes a la geografía, usos y costumbres de cada rincón del país.
“Al principio comenzamos con los deportes más tradicionales y luego se fueron sumando entrenadores que nos pidieron incorporar nuevas disciplinas desde distintos lugares”, se entusiasma Duarte.
“Quisimos conectar a personas con personas, no con centros de entrenamiento y gimnasios. Pudimos darle rostro al entrenador. La app agrega valor real a ambos públicos”, detalla Duarte. Y sigue: “Para el entrenador, es contar con un medio de publicidad y promoción, además de la autogestión de sus clases; y para el usuario, la posibilidad de encontrar un profesor cerca de su casa, de su trabajo o de cualquier punto del mapa. Incluso cada usuario, por medio de un sistema de calificación, puede evaluar y dar referencias sobre su experiencia en las clases y también decidir cuántas clases pagar”, aclara.
Consolidados de locales, los tres socios ahora apuntan a desembarcar en Brasil, México y Estados Unidos. Un nicho sin techo.