Eduardo Raffetto es el presidente de la Asociación Argentina de Tenis para Ciegos y lidera cinco escuelas de este deporte en el país (Capital Federal, Tandil, Bahía Blanca, Río Negro y Santa Rosa). Sin embargo, hace 7 años no sabía ni cómo enseñarlo. El daba clases de tenis en Caballito y una mujer se le acercó para preguntarle si podía enseñarle a sus dos hijas no videntes. Él no sabía cómo hacerlo, pero le pidió que vuelva en unas semanas mientras investigaba.
La mujer nunca volvió, pero para él ese fue el puntapié inicial. "Creo que aquella mujer y sus hijas fueron ángeles", dijo al diario La Nación. Roberto Rivas, alumno de Raffetto en Caballito, es expiloto de autmovolismo y campeón del TC Pista en 1998. Un año más tarde, perdió la vista como consecuencia de un asalto en Banfield. "La primera vez que vine fue hace dos años. Habré pegado 80.000 raquetazos y no le acerté a ninguna pelota", cuenta. Pero volvió a la siguiente clase y hoy está feliz. "Los no videntes necesitamos tener actividad, no quedarnos quietos", afirmó y agregó: "El tenis me da seguridad, no me hace sentir limitado".
El secreto de este deporte es la pelota, que es más grande que las convencionales y hace ruido. Por otro lado, se permiten tres piques y la cacha mide 6,10 metros de ancho por 12,80 de largo.