Desgarrador relato de una adolescente que vivió en un hogar de la Dinaf

"Prefería volver a mi casa, donde me pegaban, que estar ahí", dijo entre otras frases dolorosas. 

Hogar de la Dinaf en Mendoza.
Hogar de la Dinaf en Mendoza.

Virginia Díaz es una joven mendocina que cuando tenía 16 años denunció a su padre por las palizas que le propinaba. La odisea que vivió entre su casa, que era un infierno, y el hogar de la Dinaf, que también tenía lo suyo, retrata una adolescencia muy difícil.

La primera denuncia hacia su padre intentó hacerla en la fiscalía 9 de Guaymallén, pero por ser menor la derivaron al OAL de Guaymallén. "Ahí llamaron a mis padres que me fueron a buscar y me llevaron a mi casa de nuevo".

"Después cuando venía la asistente social a mi casa ellos se escondían o no le abrían, pero en OAL siempre como que les dieron la razón a ellos, les creían todo y a mi no me escuchaban", explicó.

Virginia Díaz vivió los últimos dos años (entre marzo de 2016 y agosto de 2017) entre la casa donde era maltratada psicológica y físicamente por sus padres y el Hogar de Tránsito 2 dependiente de Dinaf, en Villa Nueva, Guaymallén, contó a Mendoza Post.

Vivir en un hogar de Dinaf

"Estuve cinco veces en el hogar, me escapaba porque ya no soportaba el acoso de las otras chicas. No me podía bañar tranquila porque venían de a siete a cagarme a piñas. Ahí adentro es un infierno, te pegan, te roban todo, te molestan sin parar. A mi hasta me cagaron la cama".

Virginia contó que "las cuidadoras no te pegan, en realidad no hacen nada, cuando se arman las peleas ni se meten, a veces las separan pero nada más, se te cagan de risa en la cara todo el tiempo, no te dan ni cinco".

"Todo el tiempo te tratan como delincuente. No te escucha nadie ni en OAL ni el equipo técnico de Dinaf, mis padres decían que mis golpes me los daba mi novio, que era mentira, pero a él le pusieron una orden de restricción y a mi me llevaban de prepo al hogar porque yo me portaba mal. Yo me escapaba porque prefería volver a que me pegara mi viejo y no que me patotearan las otras chicas. Pero cuando volvía a pedir ayuda me volvían a llevar al hogar".

"Yo sabía que lo único que podía hacer era esperar a cumplir los 18 y entonces podía hacer lo que quisiera". En agosto, el día de su cumpleaños 18, Virginia fue a pedir la prohibición de acercamiento de todos los miembros de su familia. "Ahora vivo con mi novio y mi suegra y tengo paz", cerró.