Hay mediáticos que marcaron la historia de la televisión argentina. Con sus polémicas, ellos han sabido cómo subir el rating de la pequeña pantalla con cada una de sus apariciones y peleas. Entre esos personajes está Jacobo Winograd.
Años atrás, sus apariciones en programas como Intrusos y ZapTV le ganaron popularidad como aquel invitado que ponía incómodo a los demás con sus frases polémicas. En particular, sus peleas con Silvia Süller frente a cámaras son hoy recordadas, momento en que ella le puso el infame apodo de “Chizito”. Hoy en día, su cuota en los medios ha decrecido, llevando a que muchos se pregunten por él.
Qué es hoy de la vida de Jacobo Winograd
En su apogeo, Jacobo supo ser un rostro infaltable de las tardes de chimento, gracias a polémicas frases como “No son gatos, son pumas de bengala” y “Se sienta en el pinocho”. Junto a Guido Süller y su hermana Silvia, y otros personajes como Mich Amed y Ricardo García, marcó toda una etapa de la cultura mediática argentina. Pero hoy, su vida transcurre en gran medida alejada de las pantallas.
Uno de los demonios con los que Jacobo batalló desde su ocaso mediático es la ludopatía. En el programa Seres Libres, conducido por Gastón Pauls en Crónica HD, detalló su adicción al juego, que lo llevó a ganar y perder grandes sumas de dinero en la ruleta de los casinos.
Según su relato, él fue “la persona que más jugó en la Argentina y la única persona que hizo saltar la banca en el año 1989″. En aquella ocasión, cuenta, ganó la increíble suma de ganó 4 millones de dólares. Pero eso no le bastó y terminó perdiéndolo. Winograd se reconoce como un “enfermo del juego” y develó que en su juventud solía pasar doce horas seguidas en el casino de Mar del Plata, soñando con los números de la ruleta.
Una persona fue clave en el proceso de recuperación del mediático. Se trata de su hija Nazarena, responsable de que dejara de jugar durante 14 años. “Nunca me enamoré de una mujer, pero sí de mi hija. No me gusta convivir”, explicó a Gastón Pauls el famoso. Hoy vive con la joven, que es la alegría de su vida.
Hoy Jacobo juega, pero dice que alejado de la ludopatía. “Ya no, además las condiciones económicas ya no son las mismas. Ahora voy a jugar para distraerme, pero no puedo jugar lo que jugaba hace 30 años. Y todavia siento la adrenalina cuando gira la bola en la ruleta”, reveló.