A pesar de poseer los recursos capaces de conducir a la nación hacia una resolución exitosa de esta compleja situación, una evidente deficiencia en la infraestructura necesaria sigue siendo un obstáculo importante.
Por ejemplo, los puertos de Buenos Aires y Dock Sud, que no alcanzan el calado de 14 metros requerido para embarcaciones más grandes, no pueden acomodar barcos que necesitan un calado de 10,50 metros. El hecho de que Argentina aún dependa de puertos base, centros de despacho y comercio de carga, revela la ausencia de un calado garantizado de 14 metros desde Brasil o Uruguay. Según los expertos, se espera que esta circunstancia cambie para 2024.
Mientras Brasil trabaja para finalizar varios proyectos en múltiples puertos, Uruguay ya ha aprobado obras por valor de $600 millones, lo que faculta a un operador privado para rejuvenecer la infraestructura del puerto de Montevideo. Esta inversión tiene como objetivo atraer embarcaciones más grandes al garantizar el calado más profundo requerido.
A diferencia de los puertos base, los puertos de enlace atienden a los mercados dentro de su esfera de influencia inmediata al recibir barcos de enlace de los puertos centrales cercanos. A corto plazo, podría preverse una transición de los puertos de base a los de enlace. Sin embargo, esta transición no es aconsejable ni deseable. Tal cambio involucraría embarcaciones más pequeñas que transportan mercancías a un puerto principal en otro país, solo para luego ser transferidas a embarcaciones oceánicas. Este escenario implicaría mayores costos para Argentina, tiempos de tránsito prolongados y demoras adicionales en los transbordos en los puertos.
Por el contrario, en el mediano plazo, Argentina debe trabajar gradualmente para asegurar los volúmenes comerciales que actualmente fluyen hacia Uruguay o Paraguay.
Si Argentina logra garantizar que sus puertos ofrezcan un calado de 12 a 13 metros, esta amenaza inminente podría revertirse. Lograr esto requiere importantes avances en infraestructura. En primer lugar, se deben realizar los estudios necesarios para determinar las profundidades de dragado viables. A esto debería seguirle el largamente pospuesto proceso de licitación de la Hidrovía Troncal o la “Hidrovía”. Posteriormente, se deben finalizar las ofertas para el Puerto de Buenos Aires 2024 y DockSud 2025, independientemente de cualquier mejora en la profundidad de los muelles en los puertos metropolitanos. Además, es imperativo recuperar urgentemente la capacidad inactiva de puertos como La Plata, un ejemplo más del estancamiento de Argentina.
Las licitaciones pendientes para renovar las concesiones de terminales vencidas exigirán inversiones sustanciales a largo plazo, que podrían abarcar hasta 30 años, y permitir operaciones que involucren buques de gran calado.
El sistema logístico de la nación no debe estar sujeto a incertidumbres que surjan de licitaciones y proyectos fundamentales, que abarcan redes de comunicación y transporte integrales para las operaciones de carga terrestres. Los mecanismos de respuesta rápida son cruciales para abordar los conflictos laborales que perturban las operaciones de los buques, dadas las posibles repercusiones en la posición global de la nación.