En un catálogo abarrotado de producciones grandilocuentes, Netflix guarda una joyita que pasa desapercibida pero que vale cada minuto. Hablamos de LOVE, una serie que se mete en el amor moderno sin edulcorantes, sin filtros y con todas sus contradicciones a la vista.
Creada por Judd Apatow, Paul Rust y Lesley Arfin, esta comedia dramática estrenada en 2016 propone una mirada más cruda y realista sobre las relaciones. Nada de príncipes azules ni declaraciones de amor épicas. Acá hay dos personas rotas que, con algo de suerte, intentan no romperse más entre ellas.

Quiénes son los protagonistas de esta historia imperfecta
Gus (Paul Rust) es un tipo simpático, nerd y algo pasivo-agresivo que sueña con escribir guiones. Trabaja como tutor de una joven estrella en un set de televisión y navega su vida con una mezcla de ansiedad y falsas seguridades. Mickey (Gillian Jacobs), por su parte, es inteligente, irónica y autodestructiva. Tiene un trabajo en una radio, lidia con adicciones y relaciones tóxicas, y suele sabotear todo lo que ama.

Desde el primer encuentro entre ellos, queda claro que LOVE no sigue las reglas clásicas del género. Su historia está llena de idas y vueltas, silencios incómodos, tensiones no resueltas y decisiones que hacen ruido. Pero también hay conexión, ternura, humor y vulnerabilidad.
La química entre Rust y Jacobs es tan natural como torpe, y eso vuelve cada escena creíble. El elenco se completa con Claudia O’Doherty, Chris Witaske y Mike Mitchell, que aportan momentos desopilantes y también dosis de realidad brutal.
Una serie para los que no creen en el “vivieron felices para siempre”
Lejos de idealizar el amor, LOVE muestra lo difícil que es compartir la vida con otro sin dejar de ser uno mismo. Y en esa tensión se vuelve adictiva. Cada episodio dura apenas 30 minutos, lo que la convierte en una excelente opción para ver de a poco o maratonear en un fin de semana.
A casi diez años de su estreno, sigue generando empatía. Porque todos, en algún momento, fuimos un poco Gus o un poco Mickey. Y porque no hay nada más real que eso.