Antes de llegar a la Argentina, el Malbec tuvo un largo amorío con las tierras de Cahors, una pintoresca localidad del sudeste de Francia. Allí, la producción de esta cepa vivió varios siglos de esplendor hasta que, a fines de 1800, sus viñedos fueron atacados por una plaga feroz del parásito filoxera. De las 40 mil hectáreas de Malbec, casi no quedó rastro. Pero unos veinte años antes de que esto sucediera, la cepa de Cahors había sido introducida en Mendoza, a cuyos suelos y climas se venía adaptando de maravilla.
"Sucedió como cuando sembrás una planta en un lugar del jardín y no pasa nada. Y cuando la pasás a la otra punta, crece de manera increíble", explica Daniel Rosa, comunicador de vinos. En efecto, con los años, el Malbec fue tomando cada vez más fuerza en el terruño argentino y, poco a poco, se expandió como un emblema de la viticultura nacional.
En los noventas, la exportación de vinos argentinos estalló, de la mano de Estados Unidos, Canadá y Brasil como sus principales importadores. Una de las claves de su éxito, según Pablo Cúneo, Head Wine Maker de la bodega Luigi Bosca, fue la plasticidad de nuestro Malbec, rasgo que lo hace agradable a una diversidad de paladares. "El gusto de los vinos elaborados con esta uva son siempre frutales y muy expresivos, con taninos amables y jugosos en el paladar", señala. Pero la omnipresencia de esta cepa –que hoy representa más del 50% de las exportaciones totales del país, según datos de Wines of Argentina– ha llevado a algunos consumidores a protestar contra una supuesta "dictadura del Malbec".
"Yo no estoy de acuerdo. El Malbec va a seguir destacándose y, de hecho, como industria, vamos a necesitar que así sea", afirma Rosa. "En ningún lugar del mundo hay Malbec como el nuestro; es lo que nos diferencia y nos abre las puertas para exportar otros varietales al mundo".
Para Andrés Rosberg, presidente de la Asociación de Sommellerie Internacional, no hay duda de que se trata de una cepa con un enorme potencial todavía por explorar. "Pero hay que reconocer y celebrar la diversidad de nuestros vinos. Quedarse solo con el Malbec es necio", afirma. "Y tampoco se trata de qué variedad opaca a la otra: todas implican diferentes maridajes, estilos y momentos de consumo". Habrá que probar.
Además del Bonarda y el Cabernet Sauvignon, hay muchas otras variedades menos conocidas, con las que se están produciendo vinos interesantísimos.
Mar de copas: vinos para descubrir
Desde un curioso vino naranja, pasando por el Cabernet Franc, hasta llegar a la frescura del Pinot Noir, seis propuestas para alegrar los paladares más allá del Malbec. Entre sommeliers, enólogos y comunicadores, los expertos recomiendan sus variedades favoritas para esta temporada.
Pura expresión
“El Cabernet Franc está viviendo una pequeña revolución”, afirma el sommelier Andrés Rosberg. “Pasó de tener un par de cientos de hectáreas a más de mil en pocos años. Con esta uva se están elaborando grandes vinos, que empiezan a impactar en el mundo”. ¿Sus cualidades? Según Fabricio Portelli, periodista especializado en vinos argentinos, “no tiene tanta estructura como un Cabernet Sauvignon y en boca es más expresivo. Por ende, termina siendo más divertido que aquél, que suele ser más austero y más serio”.
La vida en Rosé
“Dentro del universo de vinos de media estación, apuntaría especialmente a los blancos y a los rosados, que ahora están de moda en base blend. Pienso que Luigi Bosca Rosé 2017 es un gran vino entre estos últimos”, sugiere el periodista y enólogo Joaquín Hidalgo. Con aromas expresivos que recuerdan a frutas rojas y flores, es un vino de gran equilibrio y textura delicada. Su final de boca es dulce y refrescante, con sabores que permanecen en el paladar y dejos a caramelos de cereza.
Sobrenatural
“Es el primer vino natural que realmente me gusta”, comenta Hidalgo –que además es uno de los creadores del sitio web y app Vinómanos– acerca de Sobrenatural 2018, un vino sin sulfitos elaborado por Bodega Chakana. “Es un Tannat, con lo cual no es un vino tan de media estación o veraniego, pero sí uno que debería estar en su mejor momento durante el verano. Lo recomiendo para los tomadores de tinto que tengan ganas de que el vino tenga realmente gusto a uva, lo cual no es poco”.
Fresco y dulce
“Es un peso ligero en el mundo de los blancos golosos. Fresco y de dulzura moderada. Accesible y sabroso”, escribe Hidalgo acerca de Eugenio Bustos Dulce, un vino blanco dulce cosecha 2018 lanzado hace poco por Finca La Celia. Con notas frescas, cítricas y florales, es la variedad ideal para incorporar en los brunches y almuerzos de primavera y verano. Está compuesto por distintas variedades blancas, principalmente Chardonnay.
La amenaza del Pinot
“Si yo fuera malbec, le tendría miedo al Pinot Noir, porque cuando el Pinot Noir está bien hecho es espectacular”, dice Portelli.
“Acá se está empezando a dar cada vez mejor. Es un vino elegante pero con agarre, muy delicado, que puede ser complejo, con mucho potencial de guarda”. De esta variedad, recomienda Salentein Reserve Pinot Noir. Y Rosberg agrega: “el Pinot es una variedad de poca estructura, de poco color, pero muy perfumada, con mucha frescura”.
Te quiero naranja
Alma Negra Orange 2016 es una genial creación de Ernesto Catena Vineyards. De su bodega Domaine Alma Negra, es un vino elaborado a partir de un corte secreto de variedades blancas. “Pero averiguar de qué cepas está hecho no es lo importante en este caso, sino el estilo del vino”, señala Daniel Rosa, comunicador de vinos. “Extrañamente, se puede tomar tanto como un aperitivo antes de las comidas, como para terminar la cena, acompañado con nueces, frutas secas o hasta con un postre”.