"Tuve que cambiar el estilo, abandonar el puro flamenco español, el ortodoxo, para salir de lo establecido y buscar algo más descontracturado, transgresor e informal para enganchar al público argentino", le cuenta a Rumbos la reconocida actriz de larga trayectoria televisiva y teatral.
"Soy una persona que tiene hambre de vida", ilustra Laura, de 38 años, una frase que la viste de cuerpo entero. "Soy pura entrega, todo lo vivo al extremo, no me guardo nada y ¿sabés?, me gusta ser así, aunque a veces sufro".
Llegan tiempos de cambio en la vida laboral de Azcurra, que después de seis temporadas dejó de ser parte de "Toc Toc", la obra récord del teatro argentino, para pegar un volantazo y desembocar en "Hello Dolly", el musical que dirigirá Arturo Puig y que protagonizará con Antonio Grimau, Agustín Sullivan y Darío Lopilato a partir de enero.
"Yo abro el juego, voy entre el teatro alternativo y el comercial porque así es este oficio. Entiendo al teatro como un espacio catártico y de entretenimiento, por eso hoy el argentino que puede pagar una entrada elige la comedia, porque necesita evadirse y pasarla bien un rato".
¿El teatro es inexplicable?
Sí, es inesperado, como dice Carlos Rottemberg, una de las personas que más sabe del tema. No hay una fórmula para hacer un éxito, cuando creés que tenés todo para agotar las entradas hay media sala vacía. Y bienvenido sea todo lo que no sea hegemónico y esperable, por eso seguimos intentando ir por más, porque sabemos que no hay una fija.
Estuviste seis años en "Toc Toc", ¿cómo se explica el boom desde adentro?
No tiene explicación, como tampoco la tiene que, hasta llegar al primer elenco, treinta actores se habían bajado o rechazado la propuesta. ¿Cómo se entiende? Es que hacer comedia en la Argentina es muy difícil, porque a veces cuesta interpretarla y ejecutarla, ya que demanda exigencias de ritmo, timing y una conexión que no muchos están dispuestos a bancar.
¿Y cómo es llegar a un elenco que ya tenía cuatro años de éxito sobre sus hombros?
Muy difícil, temblaba, porque pensaba: "¿Y si se corta la racha, y si le va mal? ¿Seré la culpable? La verdad es que yo tenía que reemplazar a Melina Petriella y sentía una responsabilidad enorme. Por suerte salió todo bien y la obra se mantuvo entre las más vistas.
¿Cuándo te diste cuenta que funcionabas?
Me costó bastante, fueron varios meses, entre cuatro y cinco advertir que ya era una más, que mi rol estaba aceitado, que la gente se reía con mi personaje… Si bien no tenía inseguridad en el escenario, sí sentía la presión por los antecedentes que traía “Toc Toc”.
Vas a quedar en la historia por ser parte de la obra más taquillera del teatro argentino…
Es un privilegio de esos que sólo tienen unos pocos. Es una bendición tener en la trayectoria una obra como “Toc Toc”, que además de garantizarte continuidad, te permite ir de gira y ganar buen dinero. “Toc Toc” es un oasis en el desierto, es haber encontrado el tesoro, porque yo conozco lo dura y difícil que es la vida del actor, que festeja cuando hay dos semanas seguidas de laburo.
Durante seis años personificaste a Lili, cuyo toc es ecolalia y palilalia, es decir que padece el síndrome de la repetición. ¿Cuál fue el mayor desafío?
El compromiso y la responsabilidad de hacer el mismo personaje, de miércoles a domingo, con la misma entrega y pasión, con la misma energía y nivel de asombro, junto a un grupo de compañeros con los que se tiene que dar una relación fluida y armoniosa. Pensá que fueron casi dos mil funciones…
¿Costó meterse en esa complejidad del personaje?
No fue sencillo, pero como suelo hacer con cada uno de los personajes que fui representando en mi carrera, lo primero que hice fue investigar sobre esos toc, quería saber qué eran y cómo somatizaban las personas que tenían ecolalia y palilalia. Si bien no conocí a ninguna, pude entender qué les pasa y cómo sufren.
¿No pudiste encontrar a nadie?
Es gente que está sola y guardada que tienen la reiteración en el decir como algo compulsivo. Por lo que pude averiguar, los que lo padecen no quieren saber nada con el otro, no les interesa mantener contacto, porque son discriminados y excluidos por la sociedad. Son trastornos que se pueden tratar para disminuirlos, pero no se curan.
¿Cómo te preparaste?
Viendo documentales, estudiando la patología y leyendo textos para construir a Lilí desde la teoría, pero con la mayor seriedad. La directora Lía Jelín hacía hincapié en que “a pesar de ser una comedia, son personajes que no están alegres, están sufriendo”.
¿Qué vas a hacer ahora en "Hello Dolly"?
Mi personaje será el de la asistente de la sombrerera, la protagonista, en una historia que transcurre a fines del siglo XIX, o sea que nos teletransportamos a otro lugar, a otro mundo, lo que le hace muy bien a la cabeza. Encarno a una mujer más joven que yo, en plena ebullición hormonal, movilizada por la presencia de dos hombres que vienen de la gran ciudad, lo que me divierte sobremanera.
¿Hay planes de llevar la obra al interior?
Sí, estrenamos en enero en Buenos Aires y a partir de marzo recorreremos distintas ciudades, aunque todavía no tenemos el organigrama.
¿Por qué hiciste tan poco cine habiendo debutado con Subiela, en 1996, en "Despabílate amor"?
Porque el cine está destruido, porque nunca fue seguro, porque es un gueto para muy pocos y, también, porque me fui para el lado del teatro y la televisión. Pero llamativamente, estoy en tratativas para volver a la pantalla grande y por partida doble, estoy ahí…
¿Ahí cómo?
Yo me muevo, busco, llamo, golpeo puertas… no quiero quemar nada.
Incansable y apasionada por tu oficio…
Muy inquieta, curiosa, con hambre de sorpresas y novedades… Tiene que ver con mi personalidad, una personalidad “anti-etiquetas” que lucha muchas veces por salir de los lugares en los que me quieren encasillar.
¿Qué etiqueta sería, qué lugar?
Sólo la actriz que hace comedia o sólo la actriz que baila flamenco. Y yo soy un poco de todo, pero lo mío, fundamentalmente, es la diversidad, la versatilidad y el riesgo, porque me gusta artísticamente caminar por la cornisa, como cuando conduje “Travel & Living”, que me permitió conocer ciudades y manjares de América Latina, o cuando estuve al frente de “Pura Química”. Soy todo eso y también una soldado que puede grabar una tira de sol a sol.
Cambiando de tema, tenés mucha presencia en el colectivo de actrices. ¿Te sorprendió esa vocación militante que demostrás en cada encuentro?
Sí, me encontré con una Laura distinta, combativa, más rebelde, que me agrada mucho. Si bien siempre fui una mujer apasionada y con convicciones, este costado político es algo más novedoso y debo reconocer que nunca había sentido una fuerza tan grande para militar por una causa como la promulgación de la ley del aborto seguro y gratuito.
¿Lo sentís genuino de tu parte?
Totalmente. Me brotó desde el interior de mi ser, aunque no por eso no me deja de sorprender. Me parece conmovedor poder visibilizar una situación grave como la que estamos viviendo en relación al aborto, y poder empatizar con mis compañeras para darlo a conocer masivamente, para que deje de ser un tema tabú. Y que quede claro que esto no tiene que ver con ninguna cosa partidaria, yo no milito en política.
¿Estás a favor del aborto?
No como hecho fáctico. Pero sí estoy a favor de tener la elección, de que sea una salida, un recurso, pero claramente no es una recomendación. Traer una persona al mundo tiene que ser una decisión, un deseo, no una imposición ni una obligación. Nuestros cuerpos no son una incubadora biológica.
¿Tenés algún referente femenino particular?
Es la primera vez que siento que tengo una ídola y es Greta Thumberg, la activista que amo y admiro, que la sigo en cada conferencia y en sus arengas, que la veo hablar y enfrentarse a las masas y realmente eriza la piel contemplarla sin que se le mueva un músculo. Y ella fue nada menos que la artífice de la gran marcha mundial para luchar contra el cambio climático.
¿Fuiste criada bajo qué preceptos, Laura?
Por suerte en el seno de una familia que apuntaló desde el vamos la igualdad de género y el feminismo, un feminismo entendido como paridad entre hombres y mujeres. Fui criada por un padre director de teatro y una madre maquilladora en una casa donde todes (sic) se arremangaban por igual.
¿Qué buscás en un hombre?
Que tenga ese registro, indudablemente. No podría estar con alguien que tuviera otro pensamiento sobre la relación entre el hombre y la mujer. Yo formo parte de una familia, como decía, cuyas mujeres han llevado adelante sus maternidades y sus profesiones con pasión, deseo y autonomía, equiparándose a las actividades de los hombres de la familia. Y eso se lo transmito a Marco, mi hijo, quien me ve cómo acciono, cómo me muevo, para que entienda que la teoría y la práctica van de la mano.
¿Cómo pensás que te ve tu hijo, un adolescente de 16 años?
Con errores y virtudes, viendo que me esfuerzo y me sacrifico para ser la mejor madre para él y una mujer que lucha por sus derechos. Por otra parte, Marco atraviesa una etapa difícil como es la adolescencia, por la que todes (sic) tuvimos que pasar, pero él también, como un espejo, refleja cosas de mi persona que no me gustan…
¿Y qué hacés con ese espejo en el que te reflejás?
O me hago la boluda, o niego lo que veo y no me gusta de mí, o lo asumo y trabajo en eso. Elijo esto último, que representa una oportunidad para seguir creciendo y una experiencia para evolucionar humanamente, porque yo creo que los hijos llegan para eso, para hacernos evolucionar.
¿Qué pensás que pasa por la cabeza de los hombres en general ante semejante movimiento feminista?
No tengo ninguna duda de que los hombres se sienten aliviados y liberados de no tener que afrontar, por fin, las exigencias que durante tantos siglos se les han impuesto.
¿Qué exigencias?
Por ejemplo, no poder expresar sentimientos, no poder jugar con los hijos porque de lo contrario perdían autoridad, no poder decir “no sé” o no animarse a preguntarle a una mujer qué cosas le dan placer en un vínculo íntimo.