Nelson Castro participó en Otro día perdido, el programa conducido por Mario Pergolini, y se animó a recorrer su historia personal y profesional. El periodista, médico y neurólogo habló sobre sus pasiones, su constante búsqueda de conocimiento y las experiencias que lo han marcado desde su infancia.
Pergolini, con un tono entre divertido y curioso, le preguntó: “Tenés como un montón de vidas en esta única vida que tenemos. Sos médico, sos neurólogo, sos director de orquesta. Primero tocaste un instrumento, después aprendiste a tocar otro instrumento. ¿No te gustó todo eso y te dedicaste a estudiar periodismo? ¿Empezaste en el periodismo en el deporte? ¿Qué te pasa? ¿Sos un inconformista?”.

Nelson sonrió y respondió con la calma que lo caracteriza: “Bueno, qué lindo serlo, ¿no? Sí, claro. Porque obviamente eso te permite generar proyectos y cosas. Así que yo se lo agradezco a la vida y poder disfrutar de lo que hago y hacer lo que quiero. Así que tengo la fortuna de decir, no hice nada en mi vida que no hubiera querido hacer. Y eso es un valor que lo tengo muy atesorado y lo agradezco, yo soy muy creyente, lo agradezco a Dios todos los días y lo disfruto”.
El periodista explicó que su buen humor es una decisión consciente: “Me levanto todos los días de muy buen humor. Mi padre era muy sencillo. Elsa, mi mamá, era una ama de casa. Mi papá era un carpintero. Y, por supuesto, siempre cuento, mi vida estuvo muy tomada por la adversidad del comienzo”.
La dura infancia de Nelson Castro
Conmovido, pero sin caer en el lugar de víctima, recordó su dura infancia: “Yo tengo acá cicatrices, que son muy conocidas. Tuve una enfermedad muy grave cuando nací. Estuve a punto de morirme. Y tuve médicos muy buenos. Y mi mamá y mi papá, que se esforzaron mucho, permitió que me curara, me recuperara. Y pudiera salir adelante”.
De aquella experiencia nació su vocación: “La medicina llegó como una cosa muy natural, muy asociada a todas las experiencias que tuve. Para mí el hospital era un lugar donde lamentablemente de chico transité... Estuve hasta los 14 años, así que tuve 7 operaciones. Y me voy a acordar, de muchas no me acuerdo porque era casi bebé, pero las que tuve a partir de los seis años, que fueron en total cuatro, de esas me acuerdo”.

Con la serenidad de alguien que logró transformar el dolor en motor de vida, Nelson dejó un mensaje esperanzador: la adversidad, lejos de detenerlo, fue el impulso que lo llevó a crear, crecer y agradecer.