Justina Lo Cane, la nena de 7 años que murió en noviembre pasado esperando un trasplante de corazón que no llegó, cambió para siempre el paradigma de la donación de órganos en Argentina.
Durante todo el tiempo que Justina estuvo en lista de espera del INCUCAI y mientras pasaba sus días en la Fundación Favaloro esperando un corazón, encabezó junto a su papá, Ezequiel, la campaña Multiplicate x7.
La idea de ambos fue aprovechar los meses de espera para ayudar y concientizar. Su propuesta era hacerle saber a toda la sociedad argentina que por cada persona que pudiera donar, otras siete podrían cambiar el rumbo de sus vidas y salvarse.
Aunque el corazón para curar la cardiopatía congénita de Justina nunca llegó, su muerte marcó un antes y un después.
Sus padres siguieron con la campaña que la niña había impulsado y consiguieron que el 4 de julio de 2018 se sancionara la Ley Justina. Impulsada por el senador de Cambiemos, Juan Carlos Merino, la ley obtuvo su media sanción en el Senado el 30 de mayo pasado y luego, en julio, fue aprobada por unanimidad por la Cámara de Diputados.
A partir de su sanción, todos los argentinos se volvieron automáticamente donantes de órganos, salvo que expresaran su voluntad en sentido contrario. La ley, a diferencia de su par uruguaya, tiene un doble sentido solidario: se decidió que en Argentina todos pueden recibir un trasplante, incluso aquellos que hayan expresado su intención de no ser donantes.
El poder de la ley, en cifras
Apenas cinco meses después de la aprobación de la ley, los resultados empezaron a notarse. En 2017, cuando la decisión de donar era voluntaria, un 40 por ciento de las personas no estaba dispuesto a hacerlo. A partir de la Ley Justina, la cantidad de personas que no quieren donantes es de apenas el 16 por ciento.
El INCUCAI tiene sus cifras públicas y en constante actualización. En su página web, el Instituto publicó que durante octubre hubo 88 donantes de órganos, un número que supera el récord histórico del mismo mes de 2010, cuando se registraron 70 donantes.
A su vez, en los meses de enero, febrero, marzo, abril, mayo y junio de este año hubo 45, 38, 48, 42, 60 y 46 donaciones, respectivamente, en julio fueron 51, 67 en septiembre y 75 en octubre, lo que muestra un crecimiento sin precedentes.
También hubo cifras récord en trasplantes: en agosto, septiembre y octubre hubo 121, 92 y 109 trasplantes renales respectivamente; 15, 9 y 12 cardíacos y 54, 35 y 37 hepáticos, números que están por encima de lo registrado en los meses anteriores.
Durante este 2018, entonces, la tasa de donantes ascendió a 13,71 por cada millón de habitantes, superando ampliamente al promedio de 11,79 que había en 2016.
En octubre, además, se dio un fenómeno particular: se rompió el récord de donantes de córneas y se concretaron 104 procesos de donación, la mayor cantidad en un mes en la historia de la actividad en nuestro país.
A este dato, se le suma otro aún más alentador: durante 2018, 1.022 personas accedieron a un trasplante de córneas que les permitió recuperar la visión, como resultado de los 616 procesos de donación de tejidos concretados.
Cómo ser donante en Argentina
En la página del INCUCAI, es posible registrar la voluntad de manera digital. El trámite es personal y, si en algún momento se cambia de opinión, puede revocarlo solo la persona que lo manifestó.
En el momento del fallecimiento, el organismo responsable verificará la última voluntad de la persona hacia la donación de órganos. De no existir manifestación expresa, la ley presume que la persona es donante.
La elección también puede realizarse de manera presencial, al momento de tramitar el Documento Nacional de Identidad o al concurrir lINCUCAI o a los Organismos Jurisdiccionales de Ablación e Implante de todo el país.
Para expresar la negativa también se puede enviar un telegrama gratuito con nombre, apellido, DNI y domicilio, desde cualquier dependencia del Correo Argentino.