Por Pablo Petovel.
¿Cuánto cuesta el frasco de café? ¿Los 59 pesos que sale en una de las grandes cadenas de supermercados, o los 105 a los que se vende en la otra? ¿Y la sal fina? ¿Los casi 10 a los que se ofrece en una o los 13 y pico que cuesta en la otra?
La dispersión en el precio de los productos no es nada nuevo, siempre existió. Sin embargo, con la inflación y la depresión del consumo, esa brecha no sólo se ha venido consolidando con el tiempo, sino que profundiza cada vez más.
Basta con ir a los distintos puntos de venta de alimentos y bebidas, ya sean supermercados o almacenes, para advertir que las diferencias, en algunos casos, son enormes.
La brecha entre los súper y las despensas, según los pequeños comercios, tiene que ver con que las grandes cadenas “son formadoras de precios”. Así lo indican en el último informe del Centro de Almaceneros de Córdoba (“Márgenes de rentabilidad de las grandes superficies comerciales”), donde aseguran que el precio mayorista que les fijan las empresas proveedoras a las despensas es “la resultante de restarle entre un 15 y 20 por ciento al precio promedio de venta al público de las grandes cadenas de hipermercados”.
De esta forma, analizan, les ponen un tope en la ganancia, ya que si subieran por encima de eso, estarían en desventaja. De igual manera, muchos se ven obligados a hacerlo, resignando ventas pero asegurándose el margen necesario para volver a comprar. El resultado: disparidad de precios.
Entre las cadenas. También es grande la diferencia de precios entre las distintas cadenas de súper e híper. El mismo informe, que compara 45 de los 49 productos que el Indec tienen determinados como los necesarios para una nutrición equilibrada, deja en evidencia disparidades por encima del 40 por ciento en algunos productos exactamente iguales.
Causas. Para Víctor Palpacelli, vicepresidente de la Cámara que reúne a los supermercadistas, lo que hace que –por ejemplo– un frasco de café cueste 59 en un súper y 110 en otro tiene dos posibles explicaciones.
Por un lado, las promociones lanzadas por las empresas proveedoras. "Las industrias lanzan acciones con lotes de productos puntuales a precios más bajos que lo normal, como podría ser el caso de ese café, pero no las lanza para todos los súper juntos, sino para una cadena esta quincena y para otra después", explicó a Día a Día el dirigente.
“Esto hace que un producto aparezca con valores tan distintos entre dos supermercados”, agregó aclarando que luego, cuando le toca la acción al otro, la disparidad se revierte.
A esas acciones, los supermercados las aprovechan porque usan esos precios para las ofertas que sirven de “llamadores” de clientes.
La otra razón de la disparidad surge de los mismos supermercados, cuando se deshacen de sobrestock bajando el precio de determinados artículos, lo que según Palpacelli, también produce una brecha si es que la otra cadena no hizo lo propio con el mismo producto.
“En tiempos de tan bajas ventas, y especialmente cuando hay que afrontar gastos extraordinarios como el aguinaldo, es común vender mucho stock a menor precio para que ingrese ese dinero necesario”, dijo el dirigente.
Con las ventas por el piso (acumula meses de caída), la manera que tienen los súper de no perder es ganando con volumen. “Necesitamos vender más, aunque sea resignando rentabilidad, para poder sostener las grandes estructuras de costos del sector”, explicó.
La brecha varía por semana
Otro análisis, en este caso del mes de mayo realizado por del Instituto de Estadísticas de la Defensoría del Pueblo de Córdoba (Inedep), destaca también la disparidad de precios entre los mismos productos.
Respecto del análisis comparativo entre los precios de los productos en distintas bocas de venta, el informe dice que en la primera semana del mes, el 22,45 por ciento de los productos tuvieron una dispersión en sus precios mayor al 100 por ciento.
Un porcentaje que baja en la segunda y en la tercera semana, cuando el 12,24 por ciento de los productos tuvieron una diferencia mayor al 100 por ciento. En la cuarta semana, sólo el 10 por ciento de los artículos de la canasta básica manifestaron esa alta dispersión.
La lógica es ésta: a comienzos de mes, cuando la gente tiene saldo en sus cuentas (o efectivo disponible), los grandes híper suben algunos productos más de lo normal (o bajan menos a otros) con la idea de aprovechar que los clientes, con plata en el bolsillo, se fijan menos en los precios. A medida que avanza el mes, y que las cuentas se vacían, la dispersión decrece.