Por primera vez, y después de una década de fracasos, nació un bebé concebido por una mujer estéril que recibió un trasplante de útero de una mujer fallecida. La exitosa hazaña tuvo lugar en Brasil y marca un precedente en medicina.
El nacimiento ocurrió el 15 de diciembre de 2017, según indicó este miércoles la revista científica The Lancet, se trató de una nena que llegó al mundo por cesárea a las 35 semanas de gestación.
Esta técnica se venía aplicando sin éxito desde hace más de diez años, con intentos fallidos en Estados Unidos, República Checa y Turquía. Además, se convirtió en el primer nacimiento por trasplante de útero de América Latina.
El procedimiento
El trasplante se llevó a cabo en septiembre de 2016 en el Hospital Universitario de Sao Paulo. Al momento de la operación la mujer tenía 32 años. La paciente padecía el síndrome de Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser y nació sin útero.
La donante fue una mujer de 45 años que murió de un derrame cerebral y que además donó su corazón, riñones e hígado.
La operación duró más de 10 horas y fue seguida por un tratamiento inmunosupresor. Después de siete meses de tratamiento en los que la paciente no rechazó el órgano y pudo menstruar, se le introdujeron óvulos fecundados, que dieron lugar a un embarazo.
Según contaron los médicos, la beba nació prematura pero en buen estado de salud y pesó 2,550 kilos.
Una vez realizada la cesárea, se retiró el útero del cuerpo de la flamante mamá para poder cesar con el tratamiento inmunosupresor, que resulta muy duro para los pacientes.
La beba y la mamá dejaron el hospital después de tres días, pero los médicos continuaron haciéndole seguimiento a ambas. La niña, a los siete meses de vida ya había alcanzado los 7,200 kilos y seguía siendo amamantada por su mamá; mientras que la mujer también goza de buen estado de salud y está feliz por haber logrado su objetivo.
Una década de fracasos
Desde la primera donación de un útero de una mujer viva, ocurrida en 2013 en Suecia, se llevaron a cabo 39 trasplantes, de los cuales 11 fueron efectivos y terminaron con el nacimiento de un bebé.
Hasta el momento, "el único embarazo acontecido después de un trasplante de útero retirado post mortem fue en 2011 en Turquía" y resultó en un aborto espontáneo, según contó el doctor Srdjan Saso, del departamento obstétrico del Imperial College de Londres.
Este caso representa "varias ventajas respecto a un útero de una donante viva: el número potencial de donantes es mayor, es más barato y evita los riesgos para la donante viva".
Además, según declaró el el doctor Dani Ejzenberg, que dirigió la experiencia en el Hospital Universitario de Sao Paulo: "El recurso a donantes fallecidos podría ampliar considerablemente el acceso a este tratamiento".
Por su parte, el profesor Andrew Shennan, obstetra del Kings College de Londres, dijo que esta operación "abre la vía a la donación post mortem, también para el caso de otros órganos", lo que "permitiría a las mujeres que no pueden concebir un bebé debido a un útero defectuoso llevar a cabo un embarazo" sin "depender de donantes vivas" ni "recurrir a la adopción o a un vientre de alquiler" para conseguir un embarazo.