Según estimaciones de la ONU, dentro de 30 años la humanidad habrá alcanzado los 9.700 millones de ejemplares. Y uno de los mayores desafíos que enfrenta la especie es encontrar una forma de alimentar tantas bocas. En ese sentido, un grupo de investigadores brasileños tiene una respuesta.
Ellos proponen que empecemos a comer insectos. Puede que a muchos no nos guste la idea, pero sus razones son más que convincentes: son ricos en proteínas, abundantes en la naturaleza y su precio es bajo. De hecho, en muchas partes del mundo, como en el sudeste asiático, los insectos ya se comen.
Sin embargo, ellos no proponen algo tan drástico como agarrar un grillo, freírlo y comerlo, así sin más. En cambio, estos investigadores hicieron una harina a base de cucarachas y usando parte de esa harina mezclada con la común de trigo, hicieron pan.
Tampoco usaron cualquier cucaracha; emplearon la cucaracha langosta (nauphoeta cinerea), que es del norte de África. Y eligieron cucarachas y no otros insectos, porque la cucaracha es 70% proteínas (la carne roja, por comparar, es el 50%). Además, las cucarachas han existido durante millones de años y lograron sobrevivir más o menos con las mismas características, sin necesidad adaptarse a los ambientes específicos que habitan.
"Deben poseer algo realmente bueno para haber evolucionado sin la necesidad de adaptarse a los entornos", explicó la ingeniera de alimentos Andressa Jantzen, de la Universidad Federal de Río Grande (FURG), en el sur de Brasil.
Jantzen, con la ayuda de la ingeniera Lauren Menegon y su equipo de investigación, hizo harina a base de cucarachas deshidratadas. Luego, mezcló una parte de esa harina por cada nueve de harina de trigo e hizo pan. "La harina de cucaracha aumentó el contenido de proteína en el pan en un 133%", dijo Jantzen a la BBC Brasil. En otras palabras, mientras 100 gramos de un pan común tienen 9,7 gramos de proteína; el cucarachas tiene 22,6. Por si esto fuera poco, tiene un 68% menos grasa.
Tampoco es muy distinto del pan tradicional. "Llevamos a cabo análisis sensoriales, así como de textura, olor, color y sabor. No hay alteraciones significativas. Tal vez algunos consumidores perciban un ligero sabor a maní", explica la especialista. El cambio necesario para aceptar comer cucarachas de esta manera, es solo cultural y no tiene nada que ver con el paladar.
Hacer un kilo de harina les costó US$51. Pero además, no hay que olvidar que el impacto ambiental de la ganadería es fenomenal. La ganadería y los subproductos que genera son responsables del 51% de las emisiones de gases de efecto invernadero. "Mientras necesitamos 250 metros cuadrados de tierra para producir 1 kilogramo de carne, la misma cantidad de insectos se puede obtener usando solo 30 metros cuadrados. También necesitamos menos agua: 1.000 litros para 1 kilogramo de insectos y 20.000 litros en el caso de la carne de vacuno", dijo el profesor de nutrición Enio Viera, una autoridad en estudios de insectos para consumo humano.