"No era lo suficientemente china para la Ópera de Pekín, pero era demasiado china para interpretar a mujeres chinas en Hollywood", se lamentó al llegar a China Anna May Wong.
Y no es para menos, ella nació en Los Ángeles y era profundamente estadounidense, pero esto al parecer no alcanzaba. Trabajó en el cine mudo, hizo vodevil, teatro, radio y televisión y fue símbolo dentro en el mundo de la moda,
Desde los 9 años sabía que su carrera era la actuación y su primera aparición con nombre le llegó al lado de Lon Chaney; luego participó junto a Douglas Fairbanks en El ladrón de Bagdad. Llegó la fama y el techo en la industria: sólo tendría papeles de malvada, o de joven inexperta, mezclada con los negocios de la mafia china.
Había un problema legal en la época que se prohibían los romances interraciales, por lo tanto nunca tendría un papel de heroína o principal. Los problemas no eran sólo laborales, sino también personales, pues la constante en su vida fue enamorarse de hombres blancos, lo que generó todo tipo de escándalos.
Decidió probar en Europa: "Estaba cansada de los papeles que tenía que interpretar. En Hollywood en lugar de verdaderos chinos, los productores prefieren húngaros, mexicanos o indios americanos para los roles chinos."
Allí fue sensación y Wong acabó siendo objeto de estudio del filósofo Walter Benjamin. Los fotógrafos se peleaban por su imagen muy moderna y refinada.
Trabajó con Laurence Olivier y, llamativamente, el éxito europeo le consiguió un contrato con Paramount. Pero su regreso nuevamente fue un fracaso, ya que representó un papel de malvada en La hija del dragón. Pero sí le permitió llegar a la película más famosa de su carrera, El expreso de Shangay, dirigía por Josef von Sternberg y al lado de Marlene Dietrich.
Pero ahí quedó todo y decidió partir a China a probar suerte. No fue bien vista por los papeles que había interpretado y ya a su regreso, lentamente su carrera pareció apagarse.
En los últimos años de su vida sufrió frecuentes episodios de depresión y adicción al alcohol y murió a los 56 años. Un año antes había recibido por fin una estrella en el Paseo de la Fama y se preparaba para un nuevo proyecto cinematográfico.
Ahora Netflix estrenó Hollywood, la serie de Ryan Murphy que presenta una realidad que se dio en los comienzos de la industria del cine, donde Wong nunca pudo disfrutar de un éxito merecido.