Ubicado en pleno centro de la ciudad de Córdoba, en calle Duarte Quiros al 77, el lugar puede pasar inadvertido para la gran cantidad de peatones que circulan a todo hora por allí.
Pero, puertas adentro, se "esconde" un lugar que además de ser una novedosa iniciativa gastronómica de seis emprendedores cordobeses es el punto de encuentro de ocho historias de vida de gente que tenía un sueño pero "chocaba" con la imposibilidad económica de poder realizarlo.
Blimp, de ese emprendimiento estamos hablando, es un espacio bautizado como "co-cooking" que toma el concepto de coworking o espacio de trabajo compartido y lo ha llevado a la gastronomía.
Es un formato novedoso para la actividad que tiene como base el uso de una plataforma digital propia que integra sistemas de gestión, manejo de grandes volúmenes de datos (big data) e inteligencia artificial. Todo eso aplicado nada menos que a un rubro como la gastronomía.
Dentro del espacio, las cocinas que allí se han montado son totalmente equipadas para poder trabajar con excelencia y respetando las medidas de higiene y salubridad, y fueron ocupadas por los primeros 8 "blimpers" (inquilinos).
Ellos son los que alquilan cada una de ellas por un lapso mínimo de seis meses y de lo único que tienen que preocuparse es de hacer lo que mejor saben: comprar los insumos y cocinar.
"Es de lo único que deben ocuparse, el resto corre por nuestra cuenta, desde el sistema de pedidos para trabajar con las principales apps de delivery hasta la limpieza corre por cuenta nuestra", dijo en la presentación Franco Loson uno de los socios del proyecto junto con Carlos Sartor, Federico Berruezo y los hermanos Francisco, Matías y Guillermo Quiñonero.
Blimp brinda un sistema de gestión de base digital que canaliza los pedidos que recibe y despacha el comercio, procesa y centraliza el uso de las aplicaciones de entrega como Rappi, PedidosYa y Uber Eats (con quienes ya tiene convenio) y permite administrar la facturación y todas las funciones que el comercio debe resolver en paralelo a la tarea de cocinar.
A la vez, el lugar tiene un mostrador central de recepción y entrega de pedidos. Las bebidas son provistas por Blimp y no por los negocios que allí están.
Historias de vida. Los ocho denominados "blimpers" encierran distintas historias de vida no necesariamente ligadas a la gastronomía.
Desde una abogada penalista que con su madrina "les encanta cocinar sano" y decidieron ampliar el incipiente emprendimiento que tenían (con recetas de la abuela) hasta el propietario de una joyería que se cansó de no tener opciones sanas de almuerzo y decidió "tomar el toro por las astas".
Un cocinero de una famosa lomitería que decidió pasar de ese lugar a su propio emprendimiento y desde hace un mes tiene su espacio. Otro abogado que se asoció con una señora peruana que cocina desde los 10 años.
El dueño de una panadería-bar que tenía como sueño hacer sus propias hamburguesas y hasta un restorán ya consolidado que no tenía forma de abrir otro local, pese a que tenía todas las ganas.
Allí conviven estos ocho emprendedores que no dudaron ni un segundo en sumarse al proyecto convencidos de que "no había otra forma".
Blimp les cobra un alquiler mensual de entre 45 mil y 50 mil pesos, más una comisión del cinco por ciento sobre las ventas.
Entre el local y el desarrollo del sistema de software propio (que consumió la mayor parte del monto) los socios invirtieron unos tres millones de pesos.
Hacia futuro, en la medida en que el sistema se vaya afinando, los blimpers tendrán la posibilidad de monitorear sus insumos en tiempo real, hacer compras en pool y hasta una bolsa de trabajo ante la ausencia o la necesidad de más cocineros.
Los ocho primeros "blimpers"
Bodegón del Sur (comida y sándwiches caseros), Fit & Fat (viandas saludables), Oliva (sándwiches y propuestas livianas), Lolo Burguer (hamburguesas gourmet), Pizza Pronta (Pizza y lomitos), Taipa Sushi (comida fusión peruana) y La Tucumana (empanadas) son sus ocupantes.