Gustavo Yankelevich enfrenta la segunda gran tragedia de su vida. En 2010, la repentina muerte de su hija Romina Yan lo dejó profundamente marcado.
A pesar del dolor, siguió adelante. Sin embargo, este martes 29 de julio, el destino volvió a golpearlo con fuerza: la pérdida de su nieta menor, Mila, en un accidente tan trágico como incomprensible, lo sumió en una nueva y devastadora tristeza. En medio de este doloroso momento, cuenta con el respaldo incondicional de su pareja, Rossella Della Giovampaola.

La historia de amor entre Gustavo Yankelevich y Rossella Della Giovampaola
Aunque nunca revela su edad, se conoce que Rossella nació en la región italiana de la Toscana, en el seno de una familia profundamente vinculada al arte y la moda. Se formó en teatro con el reconocido Vittorio Gassman y estuvo a punto de finalizar un doctorado en Idiomas y Literaturas Extranjeras. Sin embargo, una propuesta laboral la llevó a mudarse a Buenos Aires, donde su vida tomó un rumbo inesperado.
“Luego de recibirme la posibilidad de viajar a Buenos Aires, a una pasantía en la embajada italiana... y me enamoré. El amor hizo que me quedara en Argentina”, contó en una entrevista con la revista Gente. En el país encontró el amor y se casó con el banquero Jorge Garfunkel, heredero del Banco Buen Ayre, con quien tuvo a su hija María Toscana. Sin embargo, en 1998 la tragedia golpeó su vida. “Yo tenía 34 y María Toscana solo cuatro. Fue difícil. La familia de Jorge y mi cuñado me apoyaron muchísimo”, recordó.

Dos años después de la muerte de su esposo, Rossella planeaba regresar a Italia. Sin embargo, un mes antes de preparar las valijas, el destino volvió a sorprenderla y cambió sus planes por completo. Para entonces, Gustavo Yankelevich —quien se había separado de Cris Morena en 1995, madre de sus hijos Romina Yan y Tomás Yankelevich— estaba soltero.
“Cuando mi hermana, que lo conocía, se enteró de que no tenía novia, armó una cena con él y Gino Renni, un amigo de los dos, con el claro propósito del enganche. Gustavo ya sabía todo de mi vida y obra, y creo que por eso estaba tan histérico. Lo primero que me dijo fue: ‘Soy corto, bastante tímido y hasta antipático’. Pero esa noche, no paró de hablar ni de reírse. Pensé: ‘Qué esfuerzo. Debe ser piola e inteligente’”, relató Rossella en una entrevista con La Nación.

Una semana después de aquella cena, Gustavo la invitó a salir nuevamente, esta vez a un restaurante en Martínez, elegido por ser un lugar algo apartado, ideal para evitar miradas indiscretas. “Yo pensé: ‘Dale, ¿tan importante sos?’”, recordó entre risas. “Nos sentamos al fondo, cerca de un ventanal. Estábamos comiendo, de repente levanté la mirada y había dos fotógrafos en la ventana. Gustavo se puso blanco. Fue una salida medio shockeante, pero me hizo gracia porque él pensó que había hecho todo perfecto. Al día siguiente me volvió a llamar y seguimos saliendo”, reveló sobre el curioso y algo accidentado comienzo de su historia de amor.
El gesto de Gustavo Yankelevich que más conmovió a Rossella della Giovampaola fue el que tuvo antes de su viaje a Europa: “Me estaba yendo a Italia, él me acompañó al aeropuerto y me dijo que si hubiera tenido el pasaporte se subía al avión conmigo. A la semana, viajó a verme. ¡Sacó toda la artillería! Era imposible no derretirse”, recordó ella con emoción.

Comenzaron a salir juntos, pero poco después, la muerte de Romina desgarró la vida de Gustavo, su padre. “A los tres meses murió Romina. Por supuesto que ese dolor nos unió todavía más”, recordó Rossella. Ella no se apartó ni un instante, acompañándolo y apoyándolo en todo momento. Juntos lograron construir una familia amplia y unida. Cuando María Toscana se casó, fue Gustavo quien la llevó al altar. “Fue muy fuerte y emotivo verlos entrar a la ceremonia… Gustavo perdió a su adorada hija… y María Toscana perdió al papá… los ausentes no se reemplazaron, pero ellos se encontraron y se eligieron”, expresó Rossella con profunda emoción.
El amor que los unía era tan profundo que los nietos de Romina —Azul, Franco y Valentín—, junto con la hija de Rossella, su pareja, y Tomás con toda su familia, solían reunirse para compartir momentos, encuentros y proyectos en conjunto. Hoy, ante un nuevo golpe del destino, Gustavo Yankelevich vuelve a enfrentar un duro momento, pero sabe que para levantarse contará una vez más con el apoyo incondicional de Rossella, su compañera inseparable.