Después del estreno de la miniserie Santa Evita, y en un momento cumbre de su carrera, la querida artista uruguaya Natalia Oreiro se animó a una charla en clave intimista: “Eva parecía mayor de lo que era, necesité que pasaran los años y que la vida me atravesara como mujer y artista para animarme a explorar toda su potencia”.
“Hace mucho, cuando yo estaba por los treinta, me convocaron por primera vez para interpretar a Evita, pero no me animé. No me sentía preparada ni como mujer ni como actriz para llegar a la potencia de Eva. Necesitaba ser atravesada por muchas cosas de la vida. Pasaron los años, en 2019 me enteré de un casting y, sin pensarlo mucho, me presenté... Sentí que si me estaba cruzando otra vez con ella era por algo. Y me eligieron. ¡En qué me metí! (risas) Ahora tengo 45, doce más que ella cuando murió. ¡Pero mis cuarentaipico tampoco se acercan a sus treintaipico! Eva tenía un peso que la hacía parecer mayor. Asombra que su vida política formal haya durado apenas seis años. Fue una mujer única y lógicamente difícil de interpretar”.
Natalia Oreiro nos recibió en una suite de La Mansión del Four Seasons Hotel de Buenos Aires. “¿Cómo estás? ¿Querés que te prepare un café?”, consulta a modo de saludo, apenas irrumpe en esta habitación que se ha convertido en su coqueto bunker en la previa al estreno de Santa Evita, una de las ficciones más esperadas del año.
Además de Oreiro en el protagónico, la miniserie que se estrenó el 26 de julio en exclusiva por la plataforma Star+, cuenta con las actuaciones de Ernesto Alterio, en el papel del Cnel. Moori Koenig; Diego Velázquez, quien da vida al periodista Mariano Vázquez; Francesc Orella (el actor de Merlí) como el doctor Pedro Ara y Darío Grandinetti en el rol de Juan Domingo Perón. Basada en el best-seller homónimo del escritor Tomás Eloy Martínez, la ficción narra el penoso derrotero que emprende durante casi dos décadas el cadáver de Eva Duarte de Perón.
“No es una serie sobre la vida de Eva, sino una ficción basada en una novela singular, que contiene mucha investigación histórica, escrita por un autor antiperonista que tenía gran fascinación por ella”, aclara Natalia.
“Al cadáver de Evita lo embalsama el Dr. Ara a pedido de Perón, quien quería esperar al segundo aniversario del fallecimiento para emplazar el féretro junto a un monolito. Pero luego lo derrocaron y eso jamás sucedió. El cuerpo terminó voyando dieciséis años entre dos continentes. En la serie, al igual que en la novela, se cuenta que había tres cuerpos, dos de cera: dos copias idénticas construidas para desorientar a quienes querían profanar su cadáver”.
Natalia admite que, mirado desde estos tiempos de reflexión feminista, “es superfuerte ver a los hombres de esta historia obsesionados con el poder de ella, su inteligencia, su belleza. El relato viaja todo el tiempo a su pasado desde miradas exclusivamente masculinas: hombres que, aún muerta, la aman y la odian con desesperación”, se asombra.
-¿Y de dónde salía para vos esa obsesión de muchos hombres por el cadáver de Eva?
-Creo que en el fondo le tenían miedo a su figura, y muchos hoy se lo siguen teniendo. Hay un poema de Galeano que habla precisamente de esto mismo: del gran miedo que le provoca al hombre violento la mujer sin miedo.
Salirse de la estampita
Para caracterizar a la lider peronista, Natalia tuvo que adelgazar diez kilos y teñirse de rubia. “Pero en algún punto, todo eso termina siendo una cáscara -asegura-. Para componerla a Eva necesité correrme de la estampita y conectar con sus dolores, entenderlos, y buscar un color, un gesto. No soy imitadora, soy intérprete. Necesitaba encontrar ese ‘algo’ que viaja en la intención y en el sentimiento, y que claramente acá iba más allá de si lucía como Eva”.
-Algo muy identitario de Eva Perón es su voz y su manera de expresarse, tan declamatoria como profundamente emocional. ¿Cómo se fue dando esa exploración?
-Ella hablaba muy bien: tenía un ángel con el que se nace y además había aprendido oratoria. Pero a menudo le pasaba algo curioso y es que, de repente, cambiaba las palabras. ¡No sé por qué le pasaba! ¡Y actuar algo así es tan difícil! Tuve que trabajar con dos coach, una actoral y otra fonoaudiológica, y repetí sin parar los discursos de Eva, que si bien no aparecen en la serie, me ayudaron a internalizar su ritmo, forma de respirar, su dicción.
-El mito popular sostiene que, por orden de Perón, su entorno le ocultó que estaba enferma de cáncer, pero cada vez se recuperan más elementos históricos para suponer que estaba al tanto de todo.
-Para el imaginario, Perón se lo oculta y se lo dice al final, pero ella sabía desde siempre. Lo afirma su enfermera personal, María Eugenia Álvarez, una señora que ahora está muy viejita, por eso no pude visitarla. Pero uno de mis mejores amigos, el cineasta Martín Sastre, la entrevistó hace cinco años para un documental que está inédito. Ella lo confirmó. Esa charla es maravillosa: hay momentos en que esta viejita deja de ser ella y empeza a hablar como Eva: como si se la pusiera a Evita en el cuerpo.
-¿Y a vos no te pasó un poco eso mismo, es decir, identificarte fuertemente con ella luego de estar enfrascada en el personaje toda la pandemia? ¿Cómo fue tu camino para conectar con ese momento de Eva, su agonía?
-Fue difícil arrancar por ese final. Llegar a comprender a Eva profundamente, sin la experiencia de vida que ella tenía y encima en ese trance. Cuando quedé para este papel supe que comenzaba un viaje importante para mí. Investigué, estudié grabaciones y textos inéditos y conté con mucha ayuda para construir esta energía que la caracterizaba. Si a eso le sumamos que es el personaje femenino más fuerte de nuestra historia, todo asume un compromiso apasionante.
Bienvenidos a mí
Además de este esperado estreno, el 2022 encuentra a Nati Oreiro trabajando en otras producciones también muy importantes: hacia fin de año, va a filmar una comedia romántica coprotagonizada y dirigida por Fernán Mirás; y acaba de terminar el rodaje de la segunda temprada de la exitosa serie Iosi, de la plataforma Amazon Prime, que “está buenísima, y tal vez tengamos la suerte de ver antes de fin de año”, adelanta contenta. Además, como para no aburrirse, la inquieta Natalia anda explorando otro ámbito que había visitado poco hasta ahora: la conducción televisiva,
-Nati, por primera vez vas a conducir un programa de tevé en la Argentina: la versión local The Masked Singer, por Telefe. Y además, en Uruguay, este año sos la anfitriona del famoso reality La Voz. ¿Te picó el bichito del cara a cara con el público?
-Nunca había querido conducir en la Argentina, apenas trabajos puntuales, como presentar los premios Platino. Pero debo reconocer que me gusta lo que estoy haciendo. En agosto vamos a grabar El cantante enmascarado, un formato muy divertido, en donde se invita a celebridades para que canten muy caracterizadas y enmascaradas, buscando que el jurado no descubra quiénes son.
-¿Y por qué no te animabas a conducir?
-Por prejuicio... Proyecté mi carrera musical en el exterior a conciencia, para que no se cruzara con mi proyecto actoral en la Argentina. Siempre pensé que cuando alguien conduce un programa, la gente termina acostumbrándose a su risa, a su ritmo para hablar. ¿Y cómo hacés después para meter de nuevo en un personaje? ¿Cómo hacés para despojarte de esas marcas tuyas que todos conocen?
-¿Y qué cambió ahora que aceptaste?
-Pasó que en la pandemia se suspendieron los rodajes. Entonces, cuando me llamaron de Uruguay para conducir La Voz, dije: “Y bueeeno, probemos”. Allá no tenía ese prejuicio porque soy siempre la hija que vuelve al hogar; de todas formas, siento que me sirvió todos estos años para enfocarme y crecer. Por eso tampoco tuve nunca redes sociales.
-Natalia Oreiro, ¡no tenés redes sociales!
-No, no tenía hasta la pandemia, ¡pero me abrí un Instagram porque estaba muy embolada! (se ríe). Ahora no lo cerré, pero lo tengo ahí y lo miro de reojo.