Las tardes calurosas llegaron para quedarse y nada más refrescante (ni más sano) que un buen té helado. Para que sea una infusión gustosa, conviene elegir variedades intensas de té negro o verde y combinarlas con otros ingredientes. “Al té negro se lo puede mezclar con rodajas de naranja y alguna especia; y al verde, con rodajas de limón y jengibre o bien con piña y pepino”, propone Victoria Bisogno, fundadora y presidenta de El Club del Té (en Instagram @elclubdelte).
El té frío tradicional se prepara infusionándolo con agua caliente, usando los parámetros de preparación habituales, para luego llevarlo a la heladera. Si la idea es hacer té helado, es decir, con hielo, hay que utilizar el doble de hebras para que salga una infusión más concentrada, a la cual se le agregará el hielo. Otra forma habitual de preparar té helado es dejando macerar las hebras en agua natural o fría: “Como el agua fría extrae los compuestos solubles más lentamente, se deja reposar por entre dos y ocho horas, dependiendo del tipo de té”, explica la experta. •
Para hacer té frío conviene elegir variedades de sabor y aroma potentes. De entre las negras, Bisogno recomienda Ceilán, Assam, Kenia o blends como el English Breakfast y el Chai. De las verdes, Sencha, Hojicha, Gyokuro y Gunpowder. “El Lung Ching o el Maofeng son exquisitos pero quedan mucho más suaves”, advierte.
No dejes de probar el té negro especiado, para esto infusioná un té negro en hebras con el doble de la proporción de té habitual. Dejá reposar unos minutos. Agregá hielo a gusto y revolvé. Añadí tres rodajas de naranja y dos o tres clavos de olor. “También se pueden preparar previamente unos cubitos de hielo con el mismo té para lograr una mayor concentración del sabor”, recomienda la sommelier.