Por Lic. Flavio Calvo (MN: 66869)*
Llegan las fiestas de fin de año y, con ellas, mucha movilización. Generalmente las fiestas de fin de año son un elemento estresor, lo que se podría llamar un estresor normativo, ya que están dentro de las situaciones esperables. A muchas personas los estresa el tener que reunirse con ese pariente no tan querido, el tener que pensar en la comida, en la bebida, el tener que ser feliz, porque pareciera que es una obligación estar feliz en estas fechas, tal vez por un mandato social. También para muchos es tiempo de cierres y de balances.
Si estas celebraciones suelen tener un componente de estrés, en el 2020 ese componente tal vez exceda lo normativo, y se vivan estresores no esperados, o que nunca anteriormente se habían vivido. Esta situación puede generar mucha incertidumbre y ansiedad.
Por otro lado hay, también, quienes esperan estas fiestas con ansias, ya que lo ven como un buen momento para celebrar, en medio de un año que trajo pocas oportunidades de festejo.
¿Cómo nos puede afectar cambiar ciertas tradiciones?
Hay que estar preparados para adaptarse a una situación diferente en Navidad y en Año Nuevo. Tal vez este año no todos estén en la mesa, algunos celebren por zoom, o no se den las salidas de medianoche como sucedía antes. Aceptar estas realidades es un primer paso para no sentirse frustrado con lo que habitualmente sucede y esta vez no.
A pesar de eso, se puede trabajar para que estas fiestas sigan siendo especiales. Lo que se piensa, es lo que crea una realidad. Prepararse para una realidad distinta a las anteriores, pero de todas maneras disfrutable, hace la diferencia.
Poder anticipar como serán los acontecimientos es de gran ayuda, porque permite hacer lo que sí se puede hacer, seguramente este año las celebraciones sean diferentes, pero si hay espíritu de celebración, esto no tiene porque apagarlo. Es bueno adecuar a la celebración a lo que hoy se puede hacer, y seguramente más adelante habrá otros momentos para poder seguir con la tradición de cada año. De hecho, a veces estas rupturas en ciertas tradiciones marcan hitos, en los cuales se puede decidir, luego, si se desea volver a la vieja tradición, o si quieren incluir tradiciones nuevas en los encuentros. Es un buen momento para resignificar estas tradiciones y decidir también cuales se desea conservar o no.
¿Es conveniente hacer balances de fin de año?
Con respecto a los balances de fin de año, no siempre es conveniente hacerlos, porque no siempre los procesos personales van de la mano con un calendario, y muchas veces se hacen balances a mitad de un ciclo, no dejando un resultado positivo. En este año tan particular es bueno dejar lo balances para más adelante, tal vez el contexto de pandemia dure un tiempo más, y pensar ahora en cierres y balances solo traiga frustración. Es importante vivir el momento, continuar soñando y planeando, y tal vez, hacer balances más adelante, cuando se tenga más claro que un ciclo personal se está cerrando.
En época de Navidad hay una especie de mandato social que obliga a ser feliz. La realidad es que cada uno tiene el permiso de sentir lo que sienta. Al ser navidades diferentes, tal vez haya quienes tuvieron pérdidas en las familias, y estar triste es una opción válida. Es bueno poder expresar las emociones sanas, y las emociones no tienen que ver con un calendario, tienen que ver con un proceso interno que es subjetivo en cada persona. Por lo cual, es bueno permitirse el sentirlas, sin tener que taparlas obligatoriamente para estar “acorde” a un contexto.
De todas formas, en todo esto, de lo que se está hablando hay una realidad, las cosas son un 10% lo que sucede y un 90% cómo se interpreta. Poder disfrutar de la Navidad, el Año Nuevo y otras celebraciones, no depende tanto del lo que suceda externamente, sino del permiso interno que cada uno se brinde para alegrarse. Quien quiera ver el vaso medio vacío lo puede hacer, quien quiera ver el vaso medio lleno, aún con barbijos, distancia, o zoom, va a poder regocijarse.