Nati Jota se ganó un lugar especial entre el público y, con el tiempo, formó una comunidad fiel que la acompaña en cada paso. ¿Su fórmula? Ser auténtica, tener un humor único y no tener filtro a la hora de decir lo que piensa. En Instagram se muestra sin vueltas: divertida, espontánea y genuina. Comparte su día a día, viajes, trabajos, pensamientos y ocurrencias, y siempre logra conectar, sacar sonrisas y generar identificación en quienes la siguen.

En esta oportunidad, la periodista compartió algunas fotos de su reciente viaje a Miami, en el que disfrutó del verano y la playa. En las imágenes se la puede ver con una microbikini negra y otra en rojo, que combinó con un top y una mini de hilo.

“El lema del viaje fue “faltan 5 minutos” porque eran pocos días y todo tenía que ser casi ya", comenzó escribiendo la periodista sobre su experiencia en el viaje. Y agregó: “Y ni hablar ahora que ya nos pasamos en días de ese paréntesis maiamesco, esquivando sin saberlo el inicio de la ola polar en Buenos Aires. Pasó volando y a la vez sucedieron muchas cosas. Como siempre con la concepción del tiempo. Y pasaron muchas cosas porque “faltaban 5 min” y había que decir a todo que sí. Creo que eso tienen las vacaciones, que uno vuelve con más cuentos que de costumbre: todo es ahora o jamás. Y nosotras elegimos siempre ahora“, cerró.

Nati Jota se sinceró en redes: “Twitter, mi cuna y mi verdugo”
Nati Jota volvió a hacer lo que mejor sabe: abrirse con total sinceridad frente a sus seguidores y poner en palabras lo que muchos sienten pero no siempre dicen. Esta vez, usó sus historias de Instagram para compartir una reflexión profunda sobre el lugar que ocupa la tecnología en su vida cotidiana.

En medio de un viaje de descanso, confesó que ni siquiera en vacaciones logra desconectarse del todo. “Intenté simplemente contemplar, pero a los minutos ya estaba con el celular o charlando con alguien”, relató. Una postal bastante común para toda una generación que vive hiperestimulada.

En ese mismo mensaje, Nati habló sin vueltas del amor y odio que le genera el mundo digital. Por un lado, lo reconoce como el motor de su carrera, el lugar que le dio voz y le permitió conectar con miles de personas. Pero, al mismo tiempo, también le pesa la toxicidad de algunas plataformas y la necesidad constante de estar produciendo contenido. “A veces detesto Twitter por lo nocivo que puede ser, pero si no fuera por ahí, tal vez hoy estaría en otro lugar. Y mi vida me gusta, aunque sea bastante quejosa”, escribió.