Jessica Hanson estaba durmiendo en su habitación cuando escuchó los gritos desesperados de su marido, bajó corriendo las escaleras y encontró a su marido con su hijo Mason, de 22 meses, a upa, todo cubierto de sangre. El hombre lo había atropellado con su auto y ahora el pequeño luchaba por su vida. La mujer, enfermera de emergencias de un hospital de Arizona, Estados Unidos, hizo todo lo que sabía para mantenerlo con vida pero Mason terminó muriendo poco después del accidente.
Hoy, Jessica cuenta que perder a su hijo la llevó a ver la muerte de otra manera y trabaja con otras personas para que también puedan experimentar lo que ella llama "una muerte hermosa".
Hanson está convecida de que cambiar la forma en que las personas experimentamos la muerte puede ser algo empoderador para los familiares del fallecido, es por eso que se dedica a entrenar a médicos y enfermeros para hacerlo posible.
"A Mason le encantaba bailar y salir. Entraba a una habitación y todo el mundo se daba la vuelta a mirarlo por la energía que tenía", cuenta Hanson al programa Outlook de la BBC. "No se dormía nunca, así que yo le cantaba Go to sleep you little baby (Ve a dormir pequeño bebé) una y otra vez", recuerda.
Tras el accidente la mujer no dejó un instante de practicarle RCP hasta que llegaron a la sala de emergencias. De hecho, estaban camino al hospital cuando un vehículo de la policía los detuvo y les dijo que sería mejor esperar a que llegara la ambulancia. "Entonces me bajé del auto con el cuerpo de Mason en mis brazos y el agente me miró a mí y miró a Mason y me dijo: 'No podemos esperar, súbete al auto".
"Por la forma en la que miraba el policía, me di cuenta de que él sabía que Mason estaba muerto", advierte la mujer.
"En ese momento sentí una furia increíble y grité con toda mi fuerza, insulté, golpeé la ventana del auto", dice. "Fue el peor momento de toda mi vida".
Al llegar al hospital el personal médico hizo todo lo que estaba a su alcance para reanimar al pequeño, pero fue en vano.
"Cerca de una hora después de que fracasaran nuestros intentos, el doctor me dijo que haríamos RCP por dos minutos más y que luego lo daríamos por muerto", contó Jessica y reconoció: "Fueron dos minutos insoportables. Pero me recompuse, me acerqué a la cabecera de la cama y le canté al oído Go to sleep your little baby, por última vez." En esa escena desgarradora fue donde la mujer se dio cuenta de que era posible atravesar el momento de la muerte de otra forma.
"La muerte de Mason fue hermosa", dice reconociendo que "hermosa" es un palabra un poco extraña para hablar de algo tan terrible como la muerte.
"Lo que quiero decir es que hay pocos momentos en la vida en que el tiempo se detiene. Piensa en cuando el amor de tu vida te dice que quiere casarse contigo, o cuando tienes un hijo, pero también está ese momento en que alguien se muere, y es increíblemente hermoso si te permites verlo", dice.
"Cuando hablas con otras personas sobre la experiencia de la muerte, si te hablan desde un lugar íntimo y profundo sobre cómo interpretaron la muerte de sus seres queridos, muchas veces escucharás que fue increíble, que fue todo lo que imaginaban", reconoce la mujer.
"Yo creo incluso que aunque una muerte sea dramática, podemos, como seres humanos, como profesionales de la salud, hacer que sea hermosa", dice.
Hanson, que ha estado en muchas salas de emergencia y presenciado la muerte de muchas personas, cree poder hacer que una muerte sea "hermosa". "Yo lo hice tocándolo (a Mason), besándole los pies cuando le hacían RCP, sacándole una foto de su mano sobre mi pecho. Lo hice participando activamente en su muerte", reconoce la enfermera, y continúa: "Sabía que tenía que saturarme con todas estas experiencias, porque sabía que esta era la última vez que iba a poder tocar su cuerpo y abrazarlo".
A partir de su experiencia personal, Jessica comenzó a pensar en lo mal que la gente en general y los profesionales de la salud lidian con la muerte. "La cultura dentro del mundo médico nos enseña que no tenemos que sentir. Tratamos de bloquear todas las emociones que nos puedan lastimar", considera. Por eso, fundó una organización llamada 660, que son los días exactos que vivió su hijo. Hoy, Hanson viaja por Estados Unicos dando charlas sobre cómo crear una muerte bella para médicos, enfermeras y miembros de la comunidad.