Pasaron cinco décadas desde aquel día histórico en el que John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr se subieron a los techos de las oficinas de su sello discográfico y brindaron un recital de 43 minutos.
Era un mediodía gélido de 1969 y la noticia se corrió rapidísimo. Los transeúntes se detenían y eran los primeros en escuchar seis temas inéditos de la banda que nunca más se presentaría como tal sobre los escenarios.
El barrio Mayfair, en Londres, se encendió con la vibrante actuación que quedaría registrada en un documental. La presentación contó con la participación especial de Billy Preston en el piano. Juntos, interpretaron "Get back", "Don't let me down", "I've got a feeling", "One after 909" y "Dig a pony".
En medio del sorpresivo concierto, arribó la policía y les ordenó poner fin al evento.
Tan icónica resultó esa puesta en la historia del rock que ha sido recreada con distintos fines en diversas ocasiones, desde el homenaje en el video "When the streets have no name" de U2 y de los locales Attaque 77 en "Beatle", hasta la parodia de la serie animada "Los Simpsons", en un capítulo en que Homero conforma el grupo "Los Borbotones" junto a sus amigos.
El principio del final
Aquel año, a comienzos de enero, Los Beatles habían iniciado las sesiones para lo que sería su nuevo disco en los estudios de cine de Twickenham, que eran documentadas por el realizador Michael Lindsay-Hogg para un filme.
Tras varios años de experimentación en el estudio, surgió la idea de registrar un disco tocando en vivo en el estudio, en un intento por recuperar la magia perdida ante la mala relación personal entre ellos. Pero la idea no hizo más que dejar en evidencia las grandes diferencias que existían entre los músicos.
La convivencia entre los cuatro se estaba haciendo imposible. Ringo estaba preocupado por su nueva carrera como actor y el grupo se había comprometido a terminar la grabación a mediados de febrero para que él llegara a tiempo al rodaje de una nueva película. George no se sentía reconocido por sus compañeros y reclamaba que incluyeran más canciones suyas a los discos, además de compartir las decisiones creativas con la dupla Lennon-McCartney. John luchaba contra una doble dependencia: a la heroína y a su nuevo amor, Yoko Ono. Por su parte, Paul ya estaba en pareja con Linda Eastman y trataba de llevar adelante la grabación, pero se convirtió en un líder autoritario.
Las condiciones de trabajo aumentaron la tensión en el grupo y el 10 de enero se desató el escándalo. George Harrison discutió con Paul, cansado de sus órdenes y de que no lo tomen en cuenta, tomó su guitarra y se retiró del estudio. Al llegar a su casa, esa misma tarde, compuso Wah Wah que integraría el triple All things must pass, su primer disco solista. En esos versos, describe sus sentimientos respecto a su situación en la banda.
Esta situación hizo que John y Yoko visitaran a George en su casa para intentar convencerlo de volver. Luego de unos días lo hizo, pero imponiendo sus condiciones. Y llevó consigo a Billy Preston, quien durante esas sesiones sería el "quinto beatle", con sus teclados; además, exigió que se respetara su espacio creativo.
Además, como los estudios elegidos les resultaron fríos, la solución que encontraron fue mudarse al familiar ambiente de Apple, un viejo amigo. "Nadie quiere pelear cuando hay un invitado en tu casa", razonó Harrison, años más tarde, en un documental.
Otro conflicto que existía entre ellos eran los conciertos en vivo. Mientras McCartney insistía en retomar las giras, Lennon y Harrison se negaban rotundamente.
Tras barajar ideas, como ofrecer un concierto para ponerle punto final al nuevo proyecto en las pirámides de Egipto o en Túnez, entre otras alternativas, se resolvió de manera improvisada tocar en la terraza de Apple.
"Quiero darles las gracias en nombre del grupo y espero que hayamos pasado la prueba", cerró bromeando Lennon la actuación. Tiempo después se supo que este mensaje era el presagio del inminente final.