Mercedes Morán: "Yo entro al set de filmación como si fuera el primer día de clases"

A los 63, es la niña mimada del cine argentino. Una charla sobre películas, soledad y remedios contra el ego.

Mercedes Morán: "Yo entro al set de filmación como si fuera el primer día de clases"

El maquillador está hace un rato trabajando en el natural rostro de Mercedes Morán y el fotógrafo gatilla desde diversos ángulos. La actriz, que está descalza, luce una onda hippie chic, con camisa blanca y negra holgada, jeans y un rostro teen a los 63 años. Se la ve joven y lo sabe, como también tiene claro que no es una femme fatal más allá de los piropos que recibe… y que le gustan. Se cuida Mecha y entiende que verse armoniosa le sigue manteniendo las puertas abiertas de la gran pantalla. De hecho es, en estos tiempos, la intérprete más convocada del cine nacional. 

“Es hora de recargar pilas después de un 2018 de mucho rodaje, montón de viajes y poca vida hogareña, que no vino nada mal –lanza pícara-. De todas maneras fue maravilloso acompañar, como nunca antes, a las películas que hice a festivales tan fascinantes como San Sebastián, Venecia, El Cairo o Karlovy Vary, en República Checa”, enumera Mercedes, que protagonizó “El amor menos pensado”, “El ángel”, “Familia sumergida” y “Sueños Florianópolis”, que acaba de estrenarse, y “Araña”, un thriller que filmó en Chile y que llegaría en marzo.

Crédito: Federico López Claro.
Crédito: Federico López Claro.

Con amabilidad y cortesía, Mercedes oficia de anfitriona en su amplio y luminoso living. Todo en este gran ambiente tiene su estilo, su personalidad. Tapices por allá, adornitos de todas las especies por acá, sillones blancos con almohadones coloridos, tentadoras reposeras, una biblioteca heterogénea en la que sobresalen Chejov, Peter Brook, Pigna, Lanata y Miller; discos de Caetano, Tom Jobim, Leonard Cohen y Paul McCartney; películas nacionales como “XXY” y “La sangre brota” y las series “Amas de casa desesperadas” y “Lost”, junto a una envidiable súper pantalla.

En "Sueño Florianópolis" trabajás por primera vez con tu hija Manuela. ¿Cómo resulta esa experiencia?

Fantástico, nos llevamos súper y fue toda una novedad, porque era la primera vez que las dos, de alguna manera, estábamos en igualdad de condiciones. Fue muy grato saber que yo no me tenía que hacer cargo de Manuela (23) y que había una directora como Ana Katz que era la que comandaba el barco. Y tuvimos una convivencia maravillosa, lo que me dio mucha tranquilidad porque no nos conocíamos con mi hija en el ámbito laboral. Entonces una vez hecho el casting a Manuela, Ana Katz hizo lo propio con Joaquín, el hijo de Gustavo Garzón, el otro protagonista. Y conformamos una hermosa familia cinematográfica.

Trabajaste con muchos realizadores debutantes. En el último año, con dos más: Juan Vera ("El amor menos pensado") y María Alché ("Familia sumergida"). Y tenés muchas óperas primas, lo que llama la atención teniendo en cuenta tu prestigiosa carrera…

Tengo recorrido pero no soy Messi, che…Yo una vez que acepto las condiciones, me entrego absolutamente al director, que es el dueño de la película, más allá de su experiencia. Desde el momento en que se filma hasta que se edita, la película pertenece al director y yo, que me considero una persona muy accesible, me entrego a su experiencia, a su mirada y soy la más obediente.

¿Te gusta trabajar con directores principiantes?

Me gusta mucho y me encargo especialmente de que sepan que estoy en sus manos y que ellos son los que deciden. Me parecería horrible que un director no se anime a decir lo que piensa por el currículum del actor o actriz que dirige.

¿Sos las que respetan el lugar y la tarea de cada uno?

Totalmente. Nunca creí en esos actores que sienten que saben más que los directores, a quienes tratan como una figura decorativa y se terminan autodirigiendo. Me parece una pavada.

¿Las actrices y actores suelen creer que se las saben todas?

Algunos sí. En mi caso, cuando empiezo un trabajo, le hago saber al director que yo no sé nada, que no tengo la menor idea de lo que pretende. Yo entro al set de filmación con el cuaderno en blanco, como si fuera el primer día de clases.

¿Qué importancia tiene para vos tener una vida fuera de la burbuja de la ficción?

Vital. A mí me gusta ir de aquí para allá, hacer las compras, cocinar, ir a buscar a los chicos al colegio, colgarme a mirar la tele, ver una película. Es saludable y muy necesario para llenarte nuevamente y encarar el futuro trabajo. Porque, ¿cómo hago para hacer otro trabajo después de un rodaje? Todo lo que soy como actriz está alimentado por mi vida particular, no son cosas distintas, van de la mano.

¿Cómo estás vos en este momento?

La palabra es satisfacción. Como actriz me siento muy convocada para una diversidad muy grande de personajes. Y soy muy consciente del privilegio y de lo importante que es eso para una intérprete. Es ver lograr cumplir un sueño que anhelaste toda la vida y eso me hace ser una persona muy agradecida. Estoy abocada casi absolutamente al cine; el teatro, por ahora, lo postergo.

Entre los grandes proyectos que asoman para este incipiente año es el personaje de Doña Tota, la madre de Maradona…

Ay, sí, me tiene fascinada y preocupada por el desafío tan diferente. Se trata de una serie que produce Amazon y cuyo rodaje arrancará ahora, a fines de enero, comienzos de febrero, en la que yo encarnaré a la Doña Tota un poco más joven, de cuando Diego era niño y adolescente, mientras que Norma Aleandro hará a la señora mayor, con Diego ya consagrado.

¿Con vos se rompe ese mito sobre las actrices, que después de los 50, no protagonizan más?

No es un mito, para nada. Es una realidad que forma parte de una cultura que obliga y exige a las mujeres a estar lindas, jóvenes y maravillosas. Lo que no dejo de preguntarme es por qué conmigo no está pasando, me cuesta encontrar razones por las que me convoquen a tantos trabajos. En serio lo digo, no me estoy haciendo la humilde…

¿Tuviste miedo a dejar se ser llamada por causa de la edad?

Jamás, nunca lo sentí. Nunca me sentí imprescindible y tampoco entendí que el trabajo era mi vida.

Estás notoriamente más guapa, se dice que estás mejor que hace veinte años… ¿cómo te llevás con el paso del tiempo?

Ojalá tuviera veinte años menos… Yo me cuido, trato de comer sano, estar pendiente de mi piel pero el cuerpo en relación al tiempo es implacable. (Piensa un ratito) Es raro lo que pasa con la edad. Yo me siento de una y cumplo otra. Estaba viendo el documental sobre Woody Allen, que habla de la muerte y del paso del tiempo, y yo lo escuchaba y notaba que a mí me pasa lo mismo. En muchos aspectos me siento una piba, y soy una abuela. Y no puedo dejar de confrontarlo porque no es sencillo tener una edad y creer que se tiene otra, es una lucha perdida, lamentablemente.

Pura química. Junto a Ricardo Darín, en “El amor menos pensado”, éxito de 2018.
Pura química. Junto a Ricardo Darín, en “El amor menos pensado”, éxito de 2018.

¿Produce esfuerzo cuidarse?

Y sí, claro. Esfuerzo y un tiempo que tenés que dedicarle, a pesar de la resistencia que tenemos a pensar en uno. A mí me pasa que entre hacer algo por mí y algo por otro, elijo hacer algo por el prójimo, aunque lentamente estoy intentando torcer ese rumbo, quizás porque estoy en una etapa diferente de mi vida, más “ombliguista”.

Te separaste del artista plástico Fidel, tus hijas se fueron, ¿cómo es tu encuentro con la soledad?

Todavía estoy en proceso de adaptación después de 15 años de matrimonio, pero la llevo mejor de lo esperado.

¿Mejor de lo esperado?

Es que estoy disfrutando mucho estar sola, la soltería.... De verdad, está buenísimo, más allá de que hubo una suerte de luto luego del final de una relación. Por supuesto que está el dolor de lo que se pierde, pero los años te permiten poner las cosas en su lugar, desdramatizar, ser más especuladora que venal…

¿Sufriste separaciones anteriores?

No te imaginás el despelote que armaba a los veinte, o a los treinta, era una tragedia italiana. Hoy tengo la frialdad de una señora sueca… Y por suerte, los tiempos están cambiando para bien y la soledad o la soltería en una señora como yo está dejando de ser mal visto o de ser un estado sospechoso…

Pareciera que nunca es elegida la soledad…

Totalmente, como que es una enfermedad que te toca porque no estás haciendo las cosas bien. Y por suerte el estar sola en la Argentina de hoy, siendo mujer, no es un sinónimo de fracaso.

Vos siempre estuviste en pareja… ¿creés que esa condición te fue como preparando para necesitar estar sola?

No lo sé, es un “estatus” novedoso en mi vida, porque siempre me gustó y disfruté estar en pareja, pensá que me casé a los 17 y mis dos primeras hijas nacieron a mis 19 y 20 años… Pero es la primera vez que me siento distinta pero bien, entera y también estoy más contenta, más dueña de mis tiempos, de mis decisiones, puedo aceptar propuestas de cine en el exterior y respaldar las películas en los festivales sin ninguna culpa.

Qué paradoja que hayas hecho justo en 2018 dos películas sobre la separación ("El amor menos pensando" y "Sueño Florianópolis")… ¿Ayudan los personajes de ficción a la Mercedes de carne y hueso?

Todas las historias que interpreto me ayudan a reflexionar sobre mí, sobre mi vida, mis vínculos, porque construyo mis personajes en función de cómo me relaciono como madre, como hija, como hermana, como mujer… Entonces craneo seguido además de que éste es un trabajo que todo el tiempo está echando luz sobre mí.

Hablando de reflexión, ¿te han puesto más sabia los años?

Cuando vas madurando, cuando notás que crecés en tu trabajo, también lo hacés como persona. Vas entendiendo más la vida y las verdaderas cosas de la vida. Y con el tiempo yo aprendí y advertí que no soy el centro del mundo, porque sentirte siempre centro es una forma de egoísmo, una forma de no pensar ni tener en cuenta al otro. Como atenuante, cuando uno se siente centro, al menos en mi caso, es sobre todo por inseguridad…

Tu mamá tiene 95 años. ¿Cuánto tuvo que ver en tu manera de pensar?

Muchísimo tuvo que ver. Mamá era una adelantada a su época, que trabajó en la crianza para que mi hermana y yo fuésemos independientes. Mi vieja era la antítesis de las madres de los años 60, que mandaban a sus hijas a buscar un candidato para que las mantenga. Y mamá era una mina muy moderna, que nos taladraba la cabeza diciéndonos que no dependamos de nadie.