Hiperactivo y locuaz. No está quieto un segundo José Palazzo, el creador y productor cordobés del Cosquín Rock, un festival que nació en la Argentina interior y que ahora es una marca internacionalizada, con réplicas en Latinoamérica y a punto de debutar en tierras españolas. Palazzo es una figura central de la escena del rock nacional y su vida es un mapa de los altos y los bajos que suelen rodear a ese universo. En esta charla reflexiona sobre el laberinto de las drogas, los claroscuros de la fama, la competencia, la relación con sus hijas, las cosas que lo unen con Charly García y la lealtad que -contra viento y marea- mantiene con el Pato Fontanet. Una conversación a cara descubierta, que puede herir sensibilidades.
Sos un productor extrovertido, medio farandulero, cuando el rubro tiene un perfil más bajo...
Yo hice doce años de televisión en Córdoba, lo que me dio mucha popularidad. También radio en Vorterix, un programa muy divertido y loco con Fabricio Oberto. Esa combinación de actividades mediáticas sumada a mi trabajo como productor musical y mi presencia fuerte en las redes me dio roce con la gente.
¿Es muy competitivo el mundo de los productores?
Hoy yo no compito con nadie, al contrario, creo que hay lugar para todos. Pero eso lo aprendí en el último tiempo, hace quince o veinte años me amargaba mucho porque trasladaba mi oficio a mi vida personal.
¿Por ejemplo?
Competía con otros empresarios y eso me generaba bronca y resentimiento y llegaba a casa a las puteadas. Pero en un momento de la vida me dije: “Si tengo más trabajo del que puedo hacer, ¿para qué busco más?”. Ahí hubo un punto de inflexión y me serené.
¿Te llevás bien con el trajín?
Sabés que al principio me angustiaba, porque yo amo mi trabajo, pero sentía que era rehén de lo que me gustaba. No tenía tiempo para nada, ni para mis cosas y eso me bajoneaba.
¿Qué serían tus cosas?
Retomar la vida sana, el aire puro y un poco de gimnasia después de haber estado muchos años metido en la droga. Entonces no tener tiempo para poder hacer el tratamiento de desintoxicación como corresponde me hinchaba las pelotas. Y también me impedía mantener la disciplina de hacer gimnasia y running, actividades que me tenían bien, saludable y de buen humor.
Sos padre de dos hijas. ¿Cómo te llevás en esa faceta?
Yo fui papá a los veinte años… (Piensa) Reconstruí la relación con ellas y hoy mantenemos cierta cercanía. Pilar vive en Córdoba y Agustina en Barcelona. Son de la misma madre, con la que me separé hace cuatro años pero tengo un buen vínculo. Mis hijas tuvieron la ventaja y la desventaja de haber tenido un padre como yo: la ventaja, o la parte pintoresca, es que se sumaron a mi actividad, viajaron, consumieron mucha música y vivieron cosas atípicas para nenas chicas. La desventaja es mi ausencia prolongada.
¿Cómo reconstruiste el vínculo?
Hace cuatro años, Pilar tuvo una enfermedad relacionada a la deficiencia de la alimentación, tipo anorexia, que no se la deseo ni a mi peor enemigo. La pasamos muy mal y ese fue un quiebre para que yo dejara las drogas y estuviera más cerca de ella en el proceso de recuperación.
¿Cómo te resultó esa rehabilitación?
Durísima. Entre que yo quería limpiarme y ayudarla a ella para que empiece un tratamiento pasamos por muchas discusiones, pero valió la pena aquellas asperezas sabiendo que hoy tenemos una relación cada vez más hermosa.
¿Y a vos te costó dejar las adicciones?
Fue complicado, porque yo consumí desde los 18 años hasta los 43. Hasta que en el 2014 me puse las pilas y me metí en un tratamiento durante dos años. Si bien me dieron el alta en 2016, cada vez que puedo intento difundir la importancia de tratarse para, a través de mi experiencia, disuadir a los que están por drogarse… Para aquellos que ya están metidos, que hagan todo lo posible por buscar ayuda.
¿Y vos pediste ayuda para encarar la "nueva vida"?
Vino medio de casualidad, gracias a una charla con Andrea Rincón, mi ex novia. Un día me dijo: “Boludo, ¿por qué te drogas? ¿No es tiempo que dejes de tomar esa porquería? Si lo tenés todo: dos hijas hermosas, laburo, plata, viajas, tenés una banda de música. Dejá de romper las pelotas”. La miré serio y le dije: “Tenés razón, flaca”. Me recomendó un médico de Córdoba y empecé el cambio.
¿Y Andrea ya estaba recuperada de sus adicciones?
Ella estaba mucho mejor, aunque después recayó, y luego pudo salir definitivamente y está fantástica. Reconozco que Andrea fue fundamental para mi recuperación. Sin ella no sé que habría pasado.
Puntualmente, ¿en qué te afectaba la droga?
Mirá, nunca falté ni llegué tarde a una reunión de laburo. Siempre fui constante y disciplinado, además yo era padre y esposo, no podía estar de “viaje”. Pero el tema era que en mi tiempo libre, en vez de ver la tele o ir al cine en familia, mi plan era otro.
En estos días Palazzo está a full ultimando la 19ª edición del Cosquín Rock, que se hará los días 9 y 10 de febrero, como es habitual, en el Aeródromo Santa María de Punilla. Tanto creció el festival que llegó a plazas como Colombia, Perú, Bolivia y México, donde repetirá ediciones y en abril tendrá su baustismo en España. “Esto sumado a que produzco los shows de las bandas Don Osvaldo, La Renga y las presentaciones de Charly García me tiene viajando de aquí para allá, a tal punto que este año dormí sólo ¡42 días en casa! ”.
¿El Cosquín Rock es más que el Cosquín folclórico?
Tiene mucho más impacto. Además de que está trascendiendo puertas afuera, el Cosquín Rock, en dos días, los ven unas 120-130 mil personas, contra 70-80 mil del folclórico, que dura diez noches.
¿Cómo está la relación con los vecinos folclóricos?
Ahora muy bien, pero hace unos años anduvimos a los tiros (se ríe). Además, Cosquín disfruta de mi festival, que técnicamente no se hace en Cosquín sino en Santa María de Punilla, que está pegadito, a tres kilómetros. Pero hoteles, restoranes y actividad turística comercial, en febrero, lucen a tope gracias al Cosquín Rock.
¿Cuándo llega el festival a España?
El 20 de abril arranca en Benicassim, una ciudad conocida por ser sede de varios eventos musicales, como el Rototom. Queda en el sur de España, cerquita de Barcelona, y pegadita al mar.
¿Te sorprende ver hasta dónde llegaste con el Cosquín?
Es una locura lo que ha crecido, es un monstruo. Imaginate que estamos yendo por Sudamérica, México, adonde volveremos por tercera vez en julio, y en septiembre de 2019 vamos a estar yendo a San José de Costa Rica. Y no tiene techo...
¿Qué artistas van a estar en España?
Los dos más convocantes de allá del momento, que son La Pegatina e Izal, que se sumarán a Los Auténticos Decadentes y a otras dos bandas de acá que estamos gestionando. Del país al que vamos, el 50 por ciento de las bandas son créditos locales.
Hablemos del cupo femenino del Cosquín Rock. Se armó un debate en el que se te criticaba la escasa presencia de mujeres músicas…
Yo lo que digo es que debe darse por una cuestión de talento, no por imposición, ¿me explico? Esto surge a partir de un proyecto de ley nacional para que todos los festivales de música de la Argentina cuenten con el 30 por ciento de bandas en las que haya alguna mujer. Al Cosquín Rock van en total unos 130 grupos, por lo que 49 deberán tener mujeres. ¿Cuántas bandas de rock en la Argentina tienen miembros mujeres? Muchas menos.
O sea que no aplicás una política machista como referente del Cosquín Rock…
Nada que ver. Mi equipo de trabajo en la productora lo integran unas 65 personas, el 70 por ciento son mujeres. La jefa de producción, la jefa de marketing, de logística, de catering y de prensa son mujeres y de las 700 personas que trabajan en el festival, 300 son mujeres. Y no me estoy defendiendo, yo elijo a la mujer para trabajar, pero que no me impongan lo que no hay.
¿Por qué siempre rechazaste ser manager?
Porque me enamoré de la figura de productor. El manager está más cerca del artista, se ocupa del día a día, y capaz que le termina pagando los impuestos de gas y luz. Hay algunos vínculos artista-manager muy simbióticos, y yo soy de los que prefiere tomar distancia, no enterarme de todo.
A Charly García le dijiste que no varias veces…
Sí, el me entiende, me conoce y sabe que así como estamos, produciéndole sus shows, vamos bien. ¿Para qué más?
¿Cómo lo ves de salud?
Entero. Es como los gatos, el guacho… Además, este año estuvo a pleno, con su película biográfica de “Bios. Vidas que marcaron la tuya”, el docu-reality de National Geographic… y lo vi súper entusiasmado.
¿Te trajo problemas tu amistad con el Pato Fontanet?
Sí, pero no me importa, yo creí siempre en él. El Pato estuvo procesado por Cromagnon, estuvo preso y cumplió la condena. Fontanet es una víctima de Cromagnon, una más, y no por eso pienso que no tuvo ninguna responsabilidad.
¿Pensás que fue un chivo expiatorio?
En gran medida, por eso digo que no sé si Pato merecía esa condena. Pero bueno, a pesar de todo él sigue haciendo música y componiendo canciones con su banda Don Osvaldo, lo que lo terminó manteniéndolo con vida, porque realmente él estuvo muy mal. Hay que tener una cabeza demasiado fuerte para no desmoronarse… Los que estamos afuera no tenemos la menor idea lo que significa estar privado de la libertad.
¿Qué opinás de Pity Alvarez?
Vuelvo a lo que decía sobre mí. Es imposible manejar la droga y Pity, que es un tipo inteligente, cayó en la trampa y no pudo sobreponerse nunca. La droga, en algún momento, te pasa factura. O intentás suicidarte, o tenés problemas de salud, o te deja mentalmente arruinado porque dejás de estar en tus cabales.
¿Vos sentís que zafaste justo a tiempo?
Estaba al borde del precipicio, me estaba por quedar sin familia. Yo tuve la suerte de tener un entorno que me apoyó y me contuvo sin aflojar nunca.