Cuando se apaga la luz... ¡se encienden las series!

¿Cómo reinventamos la pasión cuando las ganas de ver otro capítulo nos hacen palpitar el corazón?

¿Sexo o serie? Esa es la cuestión. En la era de la tecnología, los dispositivos móviles nos han permitido estar hiperconectados y tener atracones cinematográficos. Pero en lugar de un "planazo" para hacer en pareja cuando cae la noche, la movida puede terminar siendo un atentado contra la vida sexual.

Sí, aunque parezca mentira, el colmo para una de las sociedades con mayor libertad sexual de la historia, es que el universo 2.0 disminuya el deseo de encuentros íntimos. Y lo más insólito es que parece que estamos ante la presencia de un triángulo amoroso llamado streaming, que nos obliga a aceptarlo o a estallar en celos que difícilmente podamos solucionar.

"Si una pareja está en crisis, suele aparecer un tercero, que no necesariamente tiene que ser una persona física, sino cualquier instrumento que actúe como tercero en discordia. Se forma un triángulo amoroso, en donde el que ocupa el lugar de 'el otro' es la serie, Netflix o la plataforma de streaming de turno. Una especie de infidelidad basada en fantasías, temores y vacíos", afirma la psicóloga Verónica Posteraro.

Según estudios recientes, las parejas tienen cada vez menos ganas de tener relaciones sexuales porque prefieren aprovechar el tiempo nocturno para devorar series o navegar por sus redes sociales hasta tarde.

Si se compara la frecuencia con la que las parejas mantenían relaciones sexuales en los 90, la cifra disminuyó un 40%. De cinco veces al mes, la asiduidad bajó a tres, y los especialistas aseguran que, con estos números, el pronóstico para el 2030 es que ¡ya no existirá el sexo! Da la sensación de que esta era Millennial ha tentado incluso a las generaciones anteriores y que la cuestión puertas adentro está cercada entre dos opciones: "PP" o "SS", algo así como ¿serie o sexo? ¿Pochoclos o preservativos?

"Definitivamente Netflix está afectando la vida sexual de las parejas, que hace algunos años tenían maratones de sexo los fines de semana y ahora convirtieron este ritual en maratones de series", asegura la licenciada en psicología y sexóloga Mariana Kersz. "Esto quita lugar a la intimidad y a la pasión, para dar paso al sedentarismo y a la pasividad".

Kersz advierte que, si bien no se trata de "un duelo de elección entre ver Netflix o tener relaciones sexuales, consumir las opciones que ofrece esta plataforma multimedia puede ser positivo para una pareja, aunque hay que buscar un equilibrio" y, sobre todo, "lograr mantener el deseo sexual".

Pochoclo mata galán

La adicción que genera mirar series online es la principal causa de la falta de deseo. La necesidad de ver un capítulo tras otro y el placer de presionar "Play" en el control remoto supera el placer sexual. Pero, aunque parece una tendencia que llega para quedarse, Posteraro cree que puede tratarse de una crisis pasajera que la propia pareja debe resolver. "Cada integrante está ensimismado con su celular y aislado del otro. Habría que preguntarse qué es lo que está pasando en la pareja, qué ha pasado con el diálogo, el juego y la diversión entre ambos".

Sexo 2.0

A diferencia de años atrás, en los que la programación en los canales de televisión terminaba entre las 22 y la medianoche, en la actualidad la oferta es múltiple: películas, series en las nuevas plataformas de streaming, aplicaciones móviles para celulares, tablets o computadoras. Y esa múltiple oferta tecnológica de entretenimiento conspira contra el amor y la pasión.

Un reciente trabajo realizado por científicos de los Estados Unidos muestra que la influencia que ha generado la tecnología en la sexualidad es significativa. "La tecnología es una gran herramienta que aggiorna y reedita los viejos modelos de sexualidad. Pero, al igual que los cambios culturales, sociales y económicos, su avance ha generado impacto en la sexualidad y el deseo en las parejas", afirma Kersz.

"Si bien los celulares, las tablets, notebooks y los otros dispositivos móviles, al igual que las redes sociales, facilitan los encuentros en las relaciones a distancia y permiten hasta tener sexo online, muchas veces esto juega en contra. El deseo fluctúa a lo largo de toda la vida, es vulnerable a las diferentes crisis vitales y algunas hacen que disminuya, si no se lo activa regularmente. Para recuperarlo, hay que ir a buscarlo", sostiene.

Aunque suene gracioso, la solución más a mano para esta falta de apetito sexual puede estar en el control remoto. Es que las plataformas de contenido multimedia bajo demanda o vía streaming, son versátiles y tienen contenido de entretenimiento apto para todo público y para todos los gustos. Es decir, que entre tanta serie y película pochoclera, pueden elegir algo que despierte la pasión, las fantasías y el deseo sexual. Al menos, para tratar de hacerle frente a esta adicción cibernética que parece estar instalada en la pantalla de inicio de las camas del mundo.

Atención: cualquier similitud con su vida diaria es mera coincidencia. Si se sintieron identificados al leer esta nota, deberían asistir a un especialista. ¡No se asusten! No es grave, sólo podrían estar sucumbiendo ante un claro caso de adicción al streaming. Por las dudas, manden los dispositivos móviles a la “papelera de reciclaje”.

En busca de la intimidad sin wifi

Uno de los principales efectos colaterales que genera el deseo sexual hipoactivo, tanto en parejas como en personas solteras, es el daño en la autoestima que incluso ha llevado a que crezca el porcentaje de asexuales.

Muchos especialistas de pareja recomiendan a sus pacientes encontrar momentos para los encuentros íntimos, pactando, por ejemplo, un apagón tecnológico un día a la semana para activar el deseo sexual. "Hay que dedicarse a reinventar la pareja en total intimidad, sin interrupciones y ¡sin Netflix!", aconseja la sexóloga Mariana Kersz.