Jonathan Pryce recuerda nítidamente el día en que Jorge Bergoglio fue elegido Papa. Pero no porque sea creyente, sino porque ese día la web se llenó rápidamente de fotos que destacaban el gran parecido físico de este actor con el nuevo líder máximo de la Iglesia católica.
"Incluso uno de mis hijos me llamó y me dijo: "Papá, ¿eres el Papa?", contó con gracia Pryce en una entrevista.
Por eso, a este actor galés de 72 años no le sorprendió tanto cuando lo convocaron para ponerse en la piel de Bergoglio en Los dos Papas, la recién estrenada megaproducción de Netflix dirigida por el brasileño Fernando Meirelles (director de Ciudad de Dios) que narra en clave de ficción las reuniones y conversaciones entre el entonces Papa Benedicto XVI y el cardenal argentino que pronto se convertiría en su sucesor.
Con una larga y premiada carrera en el teatro y en Hollywood, Pryce encarnó a varios personajes de Shakespeare, protagonizó el reconocido filme de culto Brazil –dirigido por el británico Terry Gilliam– y hasta interpretó al villano Elliot Carver en la película de James Bond.
Sin embargo, su fama se volvió realmente internacional y rompió barreras generacionales en 2015, cuando lo eligieron para ser el Gorrión Supremo en Juego de Tronos, una de las series más vistas del mundo. Ahora, su versión del Papa Francisco podría valerle un papel igual de importante, y ya suena como favorito dentro de la carrera de los próximos premios Oscar.
"Cuando mi agente llamó y dijo 'quieren que hagas del Papa', inicialmente dije que no quería hacerlo debido a la presión de hacer un personaje real y preguntándome si podía hacerle justicia. Además, creo que tenía imágenes de personas que representaban figuras religiosas en el pasado y no me sentía bien al respecto", confiesa Pryce en una entrevista con Rumbos, en el marco de su visita a Argentina para presentar el filme.
¿Y cuándo fue que decidiste aceptarlo?
Cuando leí el guion y supe que Fernando Meirelles iba a dirigirla. Soy un gran admirador suyo y de Ciudad de Dios, que es una de mis películas favoritas de todos los tiempos. Sabía que no iba a ser una mala elección y que sería algo muy diferente.
¿Sos cercano a la Iglesia católica?
No, no soy católico, pero a diferencia de cualquier otro Papa, Francisco fue el primer Papa que comencé a escuchar. No pude evitar escucharlo porque el día que fue ungido como Papa estaba en la televisión todo el tiempo, estaba en todos nuestros periódicos. Y le respondí no como una figura religiosa sino como una figura política. Entonces, para mí, se trata más del cambio y la esperanza para la sociedad en general, no necesariamente solo para la Iglesia católica. Así que eso eliminó cualquier pensamiento negativo que tenía sobre interpretarlo, porque quería interpretar al hombre que dijo todas esas cosas que escuchás al final de la película, sobre los refugiados, el medio ambiente y la situación del mundo hoy en día.
Después de la filmación, ¿cambió tu percepción del Papa?
Mi percepción de él como figura política no cambió, se reforzó: me sentí más fuerte al respecto. Me es difícil comentar su imagen de líder religioso porque no soy de esa iglesia. Creo que no sería correcto para mí sentarme aquí y pontificar. Valoro todo lo que ha hecho para inspirar a las personas a hacer cambios en sus vidas, creo que todavía se enfrenta a la oposición en el Vaticano por cualquier cambio que quiera inculcar en la Iglesia. Sin embargo, todavía es un gran hombre de la Iglesia católica y hace declaraciones con las que no estoy de acuerdo políticamente, especialmente sobre los derechos de las mujeres y el aborto, un lado de él al que no respondo.
El filme tiene como gran coprotagonista a Anthony Hopkins en el papel del Papa Benedicto XVI. ¿Cómo fue trabajar juntos?
Fue fantástico. Nos llevamos muy bien, somos actores muy diferentes y creo que se nota en que son muy diferentes estos Papas. Benedicto fue una figura mucho más formal y Francisco es visto como alguien que piensa de manera diferente. Fernando, el director, solía compararnos con dos músicos: Anthony era en gran medida el músico clásico, todo era bastante formal, tenía que aprender sus líneas, tenía que saber lo que decía y tenía que trabajar, trabajar y trabajar. Y yo era en cambio como un músico de jazz: no es improvisar porque todo lo que ves es el guión, pero tiene un sentido de improvisación, lo cual es importante porque la película son dos horas de ver a dos hombres hablando. Y el viaje en el que ves a Francisco y Benedicto cansados el uno del otro al principio para convertirse en grandes amigos después, es un poco como el viaje que Anthony y yo seguimos, porque no nos conocíamos muy bien, casi nada, cuando comenzamos a rodar. Y luego, al final, nos hicimos grandes amigos. Entonces, realmente disfruté trabajar con él.
De Juan Domingo Perón al Papa Francisco Cuando se le pregunta sobre su relación con Argentina, Pryce no logra explicarse cómo terminó interpretando a dos de las figuras más icónicas de nuestro país: el Papa Francisco en Los dos papas y Juan Domingo Perón en Evita, el musical estadounidense de 1996 que protagonizó junto a Madonna y que lo embarcó en su primer viaje a Buenos Aires.
Quizás sintiendo la presión de volver a la ciudad para interpretar nada más y nada menos que al Papa, Jonathan Pryce estudió español y memorizó todas las partes del guión en ese idioma. Se preparó con una maestra inglesa que viajó con él a Argentina durante el rodaje y también le pidió ayuda al actor Juan Minujin (elegido para interpretar a Bergoglio joven en Los dos papas), quien además le grabó audios de Whatsapp en inglés y español para que Pryce pudiera familiarizarse con el acento local.
"Finalmente mi voz en español no salió durante la película, porque no logré conseguir el acento argentino. En las escenas se ve que yo muevo los labios y digo todas las líneas correctas, pero lo que se escucha es el doblaje de la voz de un actor argentino seleccionado para hacer ese trabajo", explica Pryce.
Hiciste de Perón y del Papa Francisco, ¿cómo te sentís con el hecho de haber encarnado a dos grandes íconos de la cultura y la política argentina?
Me siento muy honrado y estoy agradecido con Argentina porque me aceptaron para interpretar estas figuras, sin ninguna protesta. Son figuras muy diferentes. Con Evita fue una experiencia muy diferente porque era un musical, era sólo una instantánea de la vida de esas personas y no necesariamente precisa. Francisco, en cambio, es una figura viva y todavía significa todo tipo de cosas para los argentinos. Todavía se lo ve como una figura divisiva: algunas personas ven el lado oscuro de él por su posible colaboración con los generales de la última dictadura militar, algo de lo que se habla en la película, y luego algunas personas lo celebran como un líder. Entonces Francisco era una gran responsabilidad. Tuve que tratar con él y con todos los argentinos con mucho respeto, porque soy un extraño.
Recién mencionaste este "otro costado" de Francisco. ¿Cómo te preparaste para el papel? ¿Charlaste en Argentina con gente que lo conoció? ¿Investigaste?
El personaje estaba muy bien establecido en el guión de Meirelles, pero miré videos de Francisco en Youtube. Quería ver cómo hablaba, cómo decía las cosas, su voz, sus movimientos. Creo que me fue mas fácil porque me parezco un poco a él físicamente. Y vi ese importante video en el que sus compañeros cardenales lo entrevistan, casi lo interrogan diría, sobre su relación durante la dictadura con los coroneles y su posible colaboración con la Junta. Y ahí ves el lado más oscuro de Bergoglio. En el video se lo ve enojado, ofendido por ser cuestionado de esa manera, y golpeaba sus dedos contra la mesa. No era el Papa sonriente que vemos hoy. Además, hablando acá en Argentina con curas jesuitas que lo conocían, algunos de ellos me dijeron que Bergoglio no les agradaba y decían que al verlo como Papa en el balcón, todo sonriente, no lo reconocieron, porque para ellos era un hombre que nunca sonreía. Para mi fue muy interesante conocer no solo su figura pública sino también descubrir que hay cierta ira o culpa en su interior.
¿Qué fue lo más interesante de tu experiencia de filmar por segunda vez en Argentina?
Diría que fue una de las mejores experiencias que tuve en filmaciones. Un guión fantástico, un excelente director, la posibilidad de trabajar con Anthony Hopkins. Sentí una gran responsabilidad por estar acá, y una de las experiencias más poderosas fue estar filmando en las villas, con gente real que celebraba el hecho de estar ahí. Creo que para ellos fue una especie de validación de sus vidas y de cómo viven. Estar 2 o 3 días ahí con ellos y la manera en la que nos recibieron fue toda una experiencia. Fue muy diferente a cuando vine para interpretar a Perón, porque en aquellos días casi todas las noches después de filmar salíamos a restaurantes o clubes nocturnos. Cuando interpreté al Papa pensé que no podía hacer eso, además de que estoy un poco viejo para hacerlo (risas). La ciudad me pareció muy diferente esta vez.
Tanto en Argentina como en el resto del mundo, Los dos papas pasó sólo por unas pocas salas de cine porque está pensada para mirar en Netflix. ¿Cómo te sentís con esta nueva manera de consumir películas?
Sé que Scorsese dijo “no miren El Irlandés en el teléfono celular”. Creo que es una ventaja ver una película en el cine, pero no es algo que tiene que ver necesariamente con el tamaño de la imagen sino con tu capacidad de concentración y enfoque dentro de un cine, el hecho de que no puedas pausar ni retroceder la película. Pero, al mismo tiempo, gracias a estas plataformas será vista por mucha más gente que en el cine y eso es muy importante, me parece más igualitario.