Dice ser un estratega, Mike Amigorena. Entiende su carrera como un partido de ajedrez en el que a veces es importante sacrificar un alfil o una torre para luego ganar la dama rival, y otras planchar el juego con un avance inofensivo de peones. Ahora es el momento de arriesgar, de la exposición, de dar entrevistas, contadas con el dedo de una mano, gracias al suceso que es la obra "Cabaret", que coprotagoniza con Florencia Peña. Después, confía, se llamará a silencio, "hibernará", porque su táctica es no cansar a nadie, "ni a colegas, ni a directores, ni mucho menos a ese público que todavía hoy tiene ganas de aplaudirme", deduce Mike en un despoblado café, en un día feriado. "El teatro es una bendición, aunque a veces resulte agotadora y hasta esclavizante, pero no me quejo, eh".
¡Cómo te vas a quejar!
Sí, sería muy caradura, menos haciendo la obra más exitosa de mi carrera. Imaginate que yo tengo un 80 por ciento de fracasos, o más, metí poquísimos plenos, éste, el de “Cabaret” es el que más guita me dio, sin dudas.
Tu anterior obra fue hace 8 años y era "Hamlet"…
Una experiencia maravillosa, inmensa, fue otro de mis pocos plenos… Tuvieron que pasar ocho años para volver a sentirme cautivado por el teatro.
Hablando de plata, ¿una oferta económica puede tentarte para un trabajo que no te seduzca tanto?
Depende del tiempo, si es un año con algo que me cuesta sangre, sudor y lágrimas, no creo, salvo, salvo –remarca- que sea una torta de plata, ahí sí agarro viaje.
¿Sos materialista?
Soy un artista que le gusta ganarse su buena plata, porque soy un disfrutador, la que gano me la gasto. Antes, de joven, decía que no me importaba la guita, que estaba todo bien actuar para diez personas, qué pedazo de nabo...
Con los años, uno va cambiando…
Sí, claro, con el tiempo te vas aburguesando. Eso no quita que me guste trabajar, ser serio y comprometido, pero me encanta ganar plata y disfrutar la buena vida... y a veces te mal acostumbrás.
En Wikipedia revela que se llama Ricardo Luis, que es de Maipú, Mendoza y cuenta que en su documento dice Ricardo Luis porque no le pudieron anotar como Michael. "Pero mi mamá desde chiquito me llamó Michael. Ahora, si quisiera, podría cambiarlo pero me gusta Ricardo Luis porque es el nombre de mi papá, que murió en 2011".
¿Cómo lo recordás a tu viejo?
Como un par, no como mi papá.
¿Estaba presente?
Mmmm, estaba pero no estaba. Hacía la suya, pero lo extraño, hemos compartido mucho.
¿Y a vos quién te dice Ricardo?
Algún viejo amigo, a veces mi mamá, mi novia… a veces para cargosearme.
Hablemos del boom "Cabaret". ¿Qué es lo que más te sorprende?
Que a mí nunca me gustaron los musicales, incluido “Cabaret”, pero hoy puedo decir que es el único que me gusta.
¿A qué se debe el cambio?
A que estoy más grande, quizás tengo otra visión, más amplia, menos prejuiciosa.
¿Será la madurez del actor?
Puede ser. Yo ya tengo 47 años, estoy grandecito, pero más que madurez diría consolidación. Yo soy un actor medio caprichoso, que siempre hice lo que quise y me di todos los gustos. Esta vez quise probar con una sola cosa…y me salió estupendo.
¿Cómo probar con una sola cosa?
Es que cuando vos tenés veintipico o treinta y pocos hacés mucho, tenés varios kioscos, tenés otra energía, sos más físico; cuando tenés un cuatro adelante, vas graduando esa energía y buscás ser preciso, certero. Y haberlo sido me hace bien.
¿Cómo te llevás con el éxito?
Depende qué éxito.
¿El laboral?
Bien, porque aprendí a desapegarme. En pleno éxito de “Cabaret”, lo único que pienso es en cuándo llegan las vacaciones.
¿Las necesitás?
Siempre las necesito. Lo que más me gusta en la vida es no hacer nada, pero después de haber estado haciendo, porque si me la paso no haciendo nada, el deseo por descansar desaparece.
¿A qué "otros" éxitos te referías?
Para mí es un gran logro necesitar menos cosas para vivir, comprar menos, creo que me permite andar mucho más liviano. Hoy me doy cuenta que necesito poco para vivir. Pero antes decías que te gustaba ganar buena plata… Son dos cosas distintas. Una cosa es necesitar cada vez menos cosas, otra es que me guste vivir bien, no escatimar… Cuando salgo a cenar soy de los que van a buenos lugares… Odio ser miserable y mucho más conmigo.
¿Dejaste de comprarte cosas?
Entendí que no necesito tanto como pensaba. Siempre que estoy por hacer algo o comprar algo, una pregunta sobrevuela mi cabeza: “¿Para qué?” –y la repite tres veces-.
¿Te preocupa el posible vacío existencial después de un éxito?
Bueno, me pregunto qué será de mí después de “Cabaret”. Ojo, también me lo preguntaba después de “Los exitosos Pells”.
AHORA, CON FLORENCIA PEÑA, LA ESTÁ ROMPIENDO EN “CABARET”, UN MUSICAL QUE LE SIENTA PERFECTO.
¿Y?
Y siempre afloró una fuerte confianza en mí, aún sin tener nada abrochado, como en este caso. Es más, te diría que el año pasado, cuando no tenía nada, acepté una película que hoy, en las mismas condiciones, no la haría. La pasé bien, buen elenco, pero no te diría “andá a verla”, el guión era flojito.
¿Sufriste alguna una crisis?
Bueno, tuve ganas de tirar la toalla, descontento con todo, con la especie, con el mundo. Por momentos viene ese fantasma, pero se va, por suerte.
¿El de tirar la toalla?
Sí, no es querer morirme, nunca fui un tipo depresivo, que atraviesa profundos bajones; no, para nada.
¿Qué es lo te genera malestar?
Me engancho con la realidad que nos agobia… La sociedad, el mundo en el que vivimos, cómo pensamos, cómo nos manejamos, cuál es nuestro respeto por el otro, por lo otro. Eso me tira para abajo. Cuando yo tenía 20 años y estaba en Mendoza, pensé que a mis 40 la vida iba a ser otra cosa. Y me encuentro que estamos peor.
¿Entonces?
Entonces tengo que combatir la desilusión a menudo; son combates peleados y cuando pierdo pueden venir depresiones, tristezas, insatisfacciones, inseguridades y falta de confianza. El único antídoto contra ese cóctel letal es la música, que a mí me ha salvado.
¿Sí? ¿De qué?
La música es sanadora, sí. Es lo que hice toda mi vida, desde que nací: cantar, escuchar música. Cantar te rejuvenece, te hace bien, te cultiva el oído, te lo perfecciona.
Te preguntaba de qué te salvó…
De la soledad, de la incertidumbre, y me permitió descubrir que con la música también podés sacarle una sonrisa a alguien. ¿Sabías que yo canto en geriátricos gratis? Tengo un grupo, Jubilandia, y vamos cada semana o cada quince días a una residencia para viejitos y montamos un show con temas alegres como “No vamo’ a trabajar”, “Fiesta”, “Lunita Tucumana”, “La Marcha de San Lorenzo”, “Imagine”, “Canción con todos”, “Zamba de mi esperanza” y cerramos con “Dame fuego”, de Sandro. Es una locura lo que se produce en esos lugares...
¿Tiene más repercusión tu trabajo de actor que el de cantante?
Parece que es evidente… Muy pocos saben que tuve un grupo que se llamó Ambulancia o que lancé varios cortes de un disco electro pop que se llama “Daa”, que saldrá en septiembre. Nada tiene la repercusión de “Cabaret”, pero para mí es igualmente de importante.
Hablabas de la sociedad, ¿es difícil ser actor en la Argentina?
Muy complicado, más que en cualquier otro lado. Vos acá levantás una piedra y te encontrás con actores sin trabajo, porque aparecieron esas criaturas raras llamadas youtubers, influencers, que no saben actuar pero sí venderse. Al 80 por ciento de los actores argentinos les falta ingenio y creatividad.
¿No hay salida?
Hay que ser pícaro, astuto para venderse, porque hoy al actor no se lo necesita tanto. Además de Netflix, Flow… si vos tenés 100 mil seguidores porque sos bueno regando plantas, te van a llamar a laburar en tele antes que a un actor experimentado pero que no tiene seguidores. La tele ya no es lo de antes, ni la sombra quedó…
¡Qué panorama, che!
Es muy ingrato. Yo intento disuadir a los jóvenes que estudian actuación o quieren llegar a un escenario; de verdad, dedíquense a otra cosa, no es joda, es muy probable que no haya laburo. Si no sabés hacer otra cosa, bueno, dale, arriesgá, pero esto va al muere…
Es complicado lo que decís…
Es que yo hace mucho que estoy en este oficio, en serio, es ingrato. ¿Para qué alguien quiere ser actor? ¿Para ser famoso? ¿Para ir al Bailando? ¿Para ser panelista?
¿Por qué hoy se quiere ser actor?
Porque los medios y sobre todo la sociedad te imponen que tenés que sobresalir, entonces la actuación parece estar al alcance de la mano, pero es un error.
Cuando estás con alta autoestima, ¿sentís que te queda algo pendiente?
Siento que ya lo hice todo, que ya me puedo morir tranquilo, que no me voy a arrepentir de nada, que no me voy a perder de nada… En serio, aunque puede sonar un tanto soberbio, no lo es…
¿Morir sin formar familia, Mike?
Y puede ocurrir, no sé…
¿Vivís con Sofía, tu novia cantante?
No, por ahora la convivencia no...
¿Nunca?
Por ahora nunca conviví. La convivencia me asusta.
¿Y la paternidad no te pica ni un poco?
Me imaginé por momentos acompañando a mi hijo a un recital, te niendo una charla con él, caminando por la playa, pero no la necesidad de ser padre. No es algo que me desvele.
¿No te aburre ser el ombligo de tu mundo?
Debo reconocer que sí, que por momentos me aburro de mí y de mi vida cotidiana y me pongo a pensar cómo sería compartir una casa...
¿Cómo sería?
Me vuelvo a entretener conmigo (celebra su ocurrencia). No, en serio, supongo que alguna vez se dará, reconozco que soy un tanto fóbico, no confío en mí.
¿Cómo te llevás con tu excentricidad?
Me divierte, habla de mí, de una forma de ser, de un estilo… Hoy ya estoy más tranquilo, no uso polleras y rara vez me pinto las uñas, pero en su momento me sirvió para que se hablara de mí.
¿Querías llamar la atención?
Obvio, ¿cómo hacía para no ser alguien del montón? Yo venía de Mendoza, era un tipo cualunque, tenía que inventarme cosas para que algún fotógrafo se sintiera sorprendido. Después me gustó esa forma, lo viví como una transgresión y la continué porque me divertía, la sentía auténtica.
Estuviste en pareja con actrices reconocidas como Carla Peterson y Mónica Antonópulos. ¿Repetirías con otra actriz?
Es difícil la fórmula actor y actriz juntos, una alta dosis de divismo. De todas maneras eso no se elige, se da, se produce a partir de compartir tiempo, ideales, gustos y atracciones. Hoy estoy en pareja con una mujer que es música y profesora de guitarra… y no es tan conocida, y yo estoy bien, tranquilo.
¿Qué te provoca el cambio de década, los 50?
Falta todavía, pero será la década de hacer la plancha, de disfrutar lo conseguido en está década que está en la recta final... Las naves las estoy quemando ahora, en el laburo y en el amor, por eso insisto con ser preciso, no pifiar, y creo que voy bien por ese camino.