En varios países de Europa está emergiendo una tendencia que podría cambiar para siempre la forma en que las personas se higienizan después de ir al baño. Se trata de los washlets o inodoros inteligentes con chorro de agua, una alternativa que gana cada vez más adeptos y que pone en jaque al papel higiénico tradicional.
Originarios de Japón, estos dispositivos combinan tecnología, confort y limpieza profunda. Lo que hasta hace poco era un lujo reservado para hoteles cinco estrellas como el Park Hyatt Paris-Vendôme, el Mayfair Hotel de Londres o el Marriott City West de Múnich, ahora comienza a llegar a hogares particulares, aeropuertos y restaurantes en ciudades como Berlín, Madrid o Ámsterdam.
¿Qué es un washlet y por qué está reemplazando al papel?
Los washlets son inodoros que integran un sistema de limpieza con agua a presión, con funciones como regulación de temperatura, secado con aire caliente, control remoto e incluso tapas automáticas. A diferencia del papel higiénico, que puede irritar la piel o dejar residuos, estos dispositivos garantizan una limpieza más efectiva y suave.
Según un estudio publicado en el Journal of Water, Sanitation and Hygiene for Development, el uso de agua reduce de manera significativa la presencia de bacterias tras la defecación. Además, dermatólogos afirman que este tipo de higiene previene irritaciones e infecciones, especialmente en personas con piel sensible.

Factores que impulsan la tendencia
Varios factores explican por qué cada vez más europeos optan por este sistema:
- Sostenibilidad ambiental: el uso de agua reemplaza al consumo masivo de papel higiénico, que genera deforestación y residuos.
- Redes sociales: influencers y celebridades muestran sus washlets en plataformas como Instagram o TikTok, despertando curiosidad e interés.
- Salud e higiene: la pandemia y la preocupación por la limpieza aumentaron la demanda de alternativas más efectivas.
¿Por qué no se masificó aún?
El principal freno es económico. En Europa, un washlet básico puede costar desde 1.200 euros, y los modelos más sofisticados llegan a superar los 7.000. Además, requieren instalación eléctrica cercana y, a veces, reformas en el baño.
A eso se suma el peso de la costumbre. Para muchas personas, el papel higiénico sigue siendo la norma y cambiar el hábito requiere tiempo. Sin embargo, la tendencia ya está en marcha. Y aunque no será de un día para otro, el futuro de la higiene en Europa parece cada vez más digital, y menos de papel.
