Las golosinas remiten indefectiblemente a la infancia. Si bien durante la adultez la fascinación por lo dulce no desaparece, el comer chupetines, caramelos masticables o chocolatines con simpáticos dibujos en el envoltorio es algo que, como mucho, se hace de vez en cuando por nostalgia.
Sin embargo, si de caramelos 1/2 hora se trata, la discusión pasa a ser otra. Es la golosina más polémica que la industria nacional ha producido, con defensores acérrimos y quienes con tan solo ver uno de lejos se espantan.
Es conocido como “caramelos de abuela”, lo cual no es tan errado si se tiene en cuenta que fueron creados por Rufino Meana, un inmigrante asturiano, en la década del ‘50.
El hombre llegó de Europa al barrio porteño de Chacarita, donde instaló una fábrica de golosinas que, finalmente, mudaría a Uribelarrea, Provincia de Buenos Aires, tras comprar la estancia de la familia Arín.
Allí puso en marcha la producción de los caramelos 1/2 hora, además de otros productos, por ejemplo, a base de dulce de leche - una versión un tanto más amena al paladar -.
¿De qué están hechos los caramelos 1/2 hora?
El usuario @pablocasx1 contó en Twitter (X) que, estas míticas golosinas están hechas de anetol, un compuesto aromático que deriva del anís estrellado. Pero eso no es todo, el sabor tan particular de los 1/2 hora estaría hecho de residuos.
El tuit viral explicó que el nombre de esta golosina sería producto de que, 30 minutos antes de su cierre diario la fábrica de Rufino Meana limpiaba las máquinas.
Al día siguiente, los residuos de azúcar, melaza, glucosa y colorantes eran mezclados con el anetol, para dar como fruto los caramelos 1/2 hora. Esta teoría fue compartida por Silvia Gorostidi e Ignacio Marcos en su libro Uribelarrea, un pueblo de puertas abiertas, del año 2007.