Si hay un postre que grita “mesa de fin de año en el sur”, es la torta galesa. Nació con las comunidades galesas que llegaron a Chubut en el siglo XIX y, de a poco, se volvió un clásico familiar en toda la Patagonia. Lo lindo es que cada casa tiene su versión, pero la base es siempre la misma: frutas secas bien maceradas, especias cálidas y un bizcocho que se hornea lento, sin apuro.
La receta de Isabel Vermal se hizo famosa porque respeta esa tradición pero te la baja a tierra. No tiene vueltas raras: macerá las frutas con ron, armá un arenado con manteca y secos, sumá huevos y miel, y dejá que el horno haga su magia. El toque final, pincelar con ron cuando todavía está tibia, es clave para que quede húmeda y con ese aroma profundo que la vuelve adictiva.

Qué ingredientes se necesitan para hacer una clásica torta galesa
Frutas maceradas
- 150 g de pasas rubias
- 150 g de pasas negras
- 45 g de fruta confitada o abrillantada
- 75 g de ciruelas pasas
- 150 ml de ron
Bizcocho
- 260 g de harina 0000
- 1 pizca de sal
- 1 cucharadita de bicarbonato
- 1 cucharada de canela
- 1 cucharadita de jengibre
- 1 pizca de clavo de olor
- 150 g de azúcar negra
- 190 g de manteca sin sal fría
- 3 huevos
- 40 g de miel
- Ralladura de 1 naranja
- 75 g de almendras
- 40 ml de ron extra

Paso a paso, cómo preparar una clásica torta galesa
- Poné las pasas, ciruelas y fruta confitada en un bowl.
- Cubrilas con ron y dejalas macerar 24 horas.
- Precalentá el horno a 150 grados.
- Forrá un molde desmontable de 20 cm con papel manteca en la base.
- Tamizá harina, sal, bicarbonato y especias. Sumá el azúcar negra.
- Agregá la manteca fría en cubos y hacé un arenado con las manos hasta que no se vean pedacitos.
- Hacé un hueco en el centro y añadí huevos, miel y ralladura. Integrá.
- Sumá las frutas maceradas y las almendras. Mezclá sin sobre trabajar.
- Volcá la preparación en el molde y emparejá.
- Horneá 1 hora y cuarto, o hasta que el palito salga seco.
- Con la torta tibia, pincelá con el ron extra.
- Dejá enfriar antes de desmoldar.
Cuando la pruebes al día siguiente, entendés todo: la torta galesa mejora con el reposo, se pone más húmeda y los sabores se mezclan mejor.


















