Aunque en nuestra cultura argentina no sea una costumbre instalada, cenar temprano es algo que podría tener múltiples beneficios para nuestra salud.
La ciencia comprobó que las personas que cenan entre las 20 y 21 horas y esperan al menos dos horas antes de acostarse a dormir, sufren un 20% menos de cáncer de mama y próstata frente a las que comen después de las 22:00 o se duermen seguidamente después de cenar.
El doctor Manolis Kogevinas es uno de los autores de la investigación en el Instituto de Salud Global de Barcelona y asegura que los resultados se obtuvieron a partir de la participación de 621 personas con cáncer de próstata y 1.205 con cáncer de mama, además de con 872 hombres y 1.321 mujeres sin cáncer.
Kogevinas sostuvo que quedó demostrado cómo el riesgo de cáncer de próstata y mama se vincula con trabajar en horarios nocturnos y alterar el ritmo circadiano. De hecho, una investigación del Instituto del Cáncer Dana-Farber aconseja comer en sintonía con el reloj natural del cuerpo para disminuir las posibilidades de recaer en el cáncer de mama.