Aunque la lógica nos indica que ante la duda es mejor lavar cualquier alimento antes que arriesgarnos a comerlo contaminado, la realidad es otra. En algunos casos, no es necesario pasar nuestra comida por agua antes de ingerirla y acá te aclaramos cuáles son los ejemplos en los que sí y en los que no.
Empecemos por los No:
Lavar carnes. Sean rojas, blancas o pescados...¡es un grave error! Y la explicación es meramente científica: el agua nunca va a estar lo suficientemente caliente como para matar las bacterias que estos alimentos puedan contener.
Huevos. Lavarlos después de comprarlos y almacenarlos es un error, porque el agua puede eliminar una fina capa protectora presente que tiene la cáscara, la cual impide la entrada de microorganismos perjudiciales en el interior.
Otra gran equivocación es pasar por agua las ensaladas frescas en bolsa, así como verduras u hortalizas, porque lo único que conseguimos es aumentar su riesgo de contaminación. Como ya vienen lavadas, las estaríamos sometiendo a una segunda exposición a la contaminación.
Alimentos congelados: a menudo tendemos a lavarlos para acelerar el proceso de descongelación. Pero lo cierto es que esto provoca una ruptura en la cadena de frío. Lo recomendable es dejar que se descongelen totalmente y una vez descongelados, podemos lavarlos si es necesario. ¡Nunca antes!
Hay otro grupo de alimentos que es recomendable lavar, en todos los casos:
Las latas. Ya sean de comida o bebida, se aconseja pasarlas por agua antes de abrirlas. Más aún en el caso de que vayamos a beber directamente de ellas.
Frutas y verduras: ya sea que vayamos a comerlas con piel o sin ella, es fundamental enjuagarlas antes de su consumo.
Arroz blanco. Antes de cocinarlo, debemos pasarlo por agua un par de veces para deshidratarlo, ya que el almidón que contiene puede llevar bacterias con él.