Las antiguas y pesadas piezas de hierro fundido para cocinar parecen objetos del pasado, sin embargo, sartenes, ollas y hasta calderos de fundición aún pueden conseguirse y son una buena idea para los amantes de la cocina nostálgica. Si bien el principal punto en contra tiene que ver con el peso, el lugar que ocupan y las dificultades a la hora de lavar, hay muchos motivos para utilizarlos y los vamos a repasar.
Un objeto eterno. Si averiguamos precios para comprar una olla de hierro fundido vamos a ver que no son objetos baratos pero sí eternos. Mientras que una olla de acero con teflón puede durar unos diez años en nuestra cocina, la de hierro llega a durar hasta cien. Es un objeto que nos acompañará de por vida. El hierro no se oxida ni se rompe, por eso, vale la pena pagarlo.
Es antiadherente
Hemos escuchado hasta el hartazgo publicidades de nuevas ollas con propiedades antiadherentes mientras que, en realidad, el hierro en sí mismo es antiadherente y no necesita marketing. Lo que sí, al igual que las sartenes de teflón, requiere de un cuidado especial pero muy simple.
Saludable
Además de evitar los gases tóxicos que emiten otros materiales, el hierro suma nutrientes a tus comidas, ¿Cuál? El hierro. Si bien suele perderse con la cocción, alguna pequeña porción libera.
Temperatura alta y pareja
Como se sabe, el hierro es un material muy pesado, grueso y fuerte. Esto hace que soporte temperaturas elevadas y durante más tiempo que ollas de otros materiales. Estos objetos son aptos para la estufa, como para el horno y hasta para la parrilla o fuego a leña. Hacer un guiso en un caldero de hierro no solo obtendrá el sabor de los platos de la abuela sino también temperatura pareja al cocinarse.
Si tenemos una olla, sartén, caldero o plancha de hierro fundido "a estrenar", debemos curarla antes de usarla. Para esto, luego de lavar, secar y colocar aceite en todas sus partes, debemos ponerla en un horno a temperatura alta durante una hora, de esta manera se genera una capa de curado. Es importante saber que, una vez utilizada la olla, hay que lavarla para evitar que se estropee, no debe permanecer con restos de comida ni agua en su interior. Una vez lavada, se recomienda secar con servilletas de papel y cubrirla con una fina capa de aceite para una mejor conservación.