Tomar una copa de vino es una experiencia sensorial completa que no implica solo elegir la bebida: cada detalle cuenta a la hora de realzar el proceso de degustación. Según la especialista Ana Puelles, la copa es de suma importancia y existen distintos tipos para los distintos tintos, blancos, espumantes y rosados.
Una copa se divide en el cáliz, el tallo o vástago y el pie. Pasando de un tipo de vino a otro tenemos varias diferencias en su forma. Primero en las alturas, aunque la mayor distinción se da sobre todo en los cáliz. Por ejemplo, encontramos algunas que se abren un poco más para que la nariz pueda apreciar los compuestos aromáticos, y también tenemos otros casos como la copa de espumantes que es más alargada para poder evaluar la persistencia de las burbujas, según explicó la Licenciada en Enología, Magister en Gerenciamiento Estratégico y jurado internacional de vinos en diálogo con Los Andes.
Las copas de blanco y rosado son muy parecidas. El mayor rasgos distintivo con los tintos es que para los blancos por lo general las copas son un poco más altas y más abiertas o anchas en el cáliz, de abajo hacia arriba y en la parte para meter la nariz se cierran un poco más, lo que permite mayor apreciación de los olores.
Así mismo, cada copa recibe distintos nombres como borgoña, burdeos, cabernet franc, copones, sauvignon blanc, chardonnay, etc. Y además existen algunas para distintas bebidas especiales como el cognac, whisky, jerez.
¿Por qué es importante la forma de la copa?
Puelles detalló que esto se da porque dependiendo hasta donde se llene podemos tener más apreciación de los aromas del vino. Es decir que el principal motivo es por una cuestión de percepción. La experta aseguró que la elección va a depender no solo del tipo de vino sino en el momento en el que se lo tome.
Desde su experiencia personal, la enóloga contó que en los concursos internacionales a los jurados les ponen las copas técnicas para todo tipo de vino. Cuando llegan los alta gama les ponen los copones. “En estos casos hablamos de vinos de 12 o 24 meses en barricas más 12 meses en botella, por lo que encontramos mucha calidad aromática y en boca. Cuando se sirven necesitan oxígeno, necesitan abrirse para que el consumidor pueda apreciar todo eso”, manifestó.
En cuanto a las nuevas tendencias reveló que es muy usado las copas esmeriládas o de color negro que no son afines a la parte técnica enológica, lo que sería evaluar un vino en la parte visial, olfativa y gustativa. Si ya en la parte visual tenemos el color plateado o negro no se va a percibir todas las cualidades que tiene en vista ese vino.
También mencionó el uso de vasos en forma de cáliz y sin el vástago, “que obviamente hace que se caliente un poco pero que son simpáticos y atractivos”, describió.
¿Si no tengo copa no puedo tomar vino?
Según Puelles, de ninguna manera la copa se vuelve un limitante para disfrutar de la bebida nacional. "No encasillo el tema de tomar vino, hay que tomarlo con lo que se tenga y con lo que te guste. Si es copa, mucho mejor".
"Yo soy partidaria de dejar de poner al vino en un status que a la gente le da hasta miedo de tomarlo porque no tiene una copa adecuada", indicó.
Así, la enóloga comentó que para el consumo hogareño todo sirve para tomar vino. Si tenemos una copa técnica o un copón, muchísimo mejor, porque se va a poder apreciar todos los atributos de ese vino. Pero si de lo que disponemos es una copa normal o uno de estos vasos copones, también se puede apreciar y disfrutar del vino que se abra.
Por Sol Devia.
*Este texto fue publicado originalmente por Los Andes. Se reproduce aquí con la autorización correspondiente.