Muchas veces un gran dolor queda en lo más profundo del corazón de una persona o, mismo, es tan inmenso que nunca pueden avanzar hacia el futuro. Es por eso que el método de la atención plena se ha convertido en uno inigualable para superar este tipo de traumas que no dejan que uno avance y no para de generar curiosidad.
De hecho, la atención plena parece estar en todas partes en la actualidad. Se enseña en las escuelas, lugares de trabajo, centros religiosos, hospitales y hogares de todo el mundo. Esto es porque se trata de una práctica sencilla y que ayuda a tener menos estrés, mejor descanso, más energía y más.
¿Qué es la atención plena y cómo practicarla?
La atención plena es una práctica simple en la que uno puede, o mejor dicho, debe, estar consciente. Y, además, se realiza con un solo objetivo: prestar atención a los pensamientos y sentimientos internos así como al momento y al entorno, sin juzgar. Es un momento para dejar ir las sensaciones que aprietan.
Eso sí, no hay un método ni lugar ni un momento correcto para practicar la atención plena. Puede hacerse durante tres minutos o tres horas en el lugar que uno elija siempre y cuando sea tan silencioso como una biblioteca ya que uno necesita centrarse en sus propios pensamientos.
Modo de realizarla:
- Escoger un momento en el que uno pueda centrarse en uno mismo.
- Luego de elegir su momento, percibir lo siguiente: ¿cómo se siente el cuerpo? y, una vez que se nota la respuesta, hay que dejarla pasar. Después, evaluar si surgen otros pensamientos y también dejarlos pasar. Tras esto, comenzar a sentir la respiración y prestarle atención a las mismas: ¿son profundas o superficiales?
- Si la mente se distrae, lo que probablemente sucederá, regrésela al presente una y otra vez.
- Dejar pasar los juicios como “no puedo hacerlo” o “esto no tiene sentido”. Está bien tener esos pensamientos y notarlos, pero hay que dejarlos ir y volver a centrarse en el presente.