La obesidad es un tema que con la pandemia de coronavirus creció significativamente en muchos hogares, debido a la falta de ejercicio y a los cambios que se realizaron en las rutinas de las personas durante tantos meses, no solo en nuestro país sino en todo el mundo.
Cada 4 de marzo se celebre en todo el planeta el “Día Mundial contra la Obesidad”, una fecha proclamada por la OMS con el objetivo de prevenir y crear conciencia sobre la epidemia que significa la obesidad en nuestra sociedad, además de la discriminación que viven algunas personas por culpa de los estereotipos. Por esa razón, el equipo de Rumbos digital buscó la opinión del licenciado en psicología, Flavio Calvo, sobre la gordofobia.
*Por Flavio Calvo
Aunque la gordofobia no es, en sí, un concepto psicológico, es una palabra que se utiliza coloquialmente para expresar una forma de creencia, a veces inconsciente, que lleva a la discriminación y menosprecio de las personas con sobrepeso. Se las entiende como personas inferiores, y no solo desde el aspecto físico, ya que muchas veces se relaciona la gordura con ser vago, tener falta de voluntad, ser glotón o estar limitados a la hora de decir basta. Realmente, este es un tipo de discriminación bastante aceptado y validado socialmente. La gordura es parte del humor popular, es posible burlarse de un gordo, si que otros lo vean como algo malo. De hecho, cuando hay películas protagonizadas por gordos, suelen ser comedias, dónde la obesidad es parte de la humorada.
Actualmente se encuentran en crecimiento, de forma paradójica, tanto la obesidad como los trastornos de alimentación (anorexia y bulimia), a los que favorecen en gran medida el ideal estético de delgadez impuesto por la sociedad. Este culto a la delgadez fue creciendo junto con los medios masivos de comunicación, que instauraron la delgadez extrema como el ideal de belleza. Se puede ver en modelos, actores, actrices y personas que se consideran exitosas.
Existe, hoy en día, una incongruencia, que se convierte en un doble mensaje, del que se hace muy difícil salir. Por un lado, el culto a la delgadez extrema como sinónimo de belleza y poder, por otro la publicidad de una sociedad consumista que muestra que hay felicidad en los chocolates, las hamburguesas y las gaseosas. En medio de esta paradoja muchas personas no se sienten feliz con su cuerpo, y desde afuera muchos ven a las personas con sobrepeso como un ser en desventaja que no puede “competir” con el resto. Efectivamente, hay tantos tabúes con el sobrepeso, que usar la palabra “gordo” está mal visto, y se usan cientos de eufemismos para hablar de la obesidad (rellenito, curvilínea, robusto, rollizo).
Los gordofóbicos entienden al obeso como alguien inferior y que merece ser maltratado, se lo relaciona con la falta de belleza y de posibilidades de sentir placer. Este maltrato es muchas veces una proyección de sus propios miedos e inseguridades. Entender al gordo como inferior, produce el temor de llegar a serlo, por lo cual, para enfrentar esos miedos, el gordofóbico hostiga y molesta a quien entiende como el reflejo de sus miedos. Por ejemplo, en relación al bullying, un adolescente obeso es 1.5 más tendiente a se hostigado que otros adolescentes.
De hecho, las estadísticas indican que un 40% de los estudiantes sufre de acoso escolar y de estos un 60% lo sufren a causa de la obesidad.Se lo ve también en relación al ciberbullying, dónde hay enorme cantidad de memes e imágenes que demuestran este odio irracional. Lo que sucede con los estudiantes es una representación de lo que la sociedad enseña, el rechazo al obeso es llevado también al ambiente laboral, en especial en el sexo femenino. Varias investigaciones del tema demuestran que las mujeres son menos aceptadas y con menos posibilidades de ascensos si son obesas que si son delgadas.
La gordofobia es un arma de doble filo que afecta tanto a la víctima como al victimario. Muchas veces este prejuicio produce en las personas un cambio de su imagen corporal y de su conducta alimentaria, realizando dietas restrictivas, sin tener en cuenta los factores nutricionales necesarios para una vida sana. Eliminando completamente, por ejemplo, las grasas, que son necesarias para un buen desarrollo del cerebro. Se cambió el concepto de “estar sano” por el de “verse bien”.
Cuando se piensa en problemas de alimentación, se cree muchas veces que el problema está en la comida, cuando la comida es solo un síntoma de lo que está enseñando una sociedad enferma, dónde el cuerpo también se convirtió en un objeto de consumo. Esta sociedad que castiga al gordo, porque entiende que su gordura es consecuencia de sus acciones, sin tener en cuenta sus sentimientos y emociones.
Todo esto es aprendido y llevado de generación en generación, guiado por mandatos sociales que marcan fuertemente a las personas, y llevan a muchos a sentir que no encajan, entrando en la falsa idea del control, y de que, al controlar la comida, se controla la propia vida.
Es por esto que es conveniente que socialmente se avance hacia nuevas formas de pensar, entendiendo que no hay un modelo hegemónico de cuerpo, que no es lo mismo “verse bien” que “estar saludable”, Es importante desarrollar empatía, y poder conectar con el otro. Tu cuerpo puede cambiar, tu valor como ser humano no.
* Calvo es Licenciado en Psicología, docente, tallerista y autor. MN: 66869.