Desde pequeños nos han censurado el impulso de hurgarnos la nariz, ¡y ni hablar si luego osábamos llevarnos el dedo a la boca! No hay dudas de que la escena es desagradable, pero la ciencia asegura que podría ser beneficioso para nuestro sistema inmunológico.
Es más, según Scott Napper, catedrático de Bioquímica de la Universidad de Saskatchewan (Canadá), los mocos tienen un sabor agradable para animar a la gente a comérselos.
"Tengo dos hijas preciosas y pasan una cantidad de tiempo increíble con el dedo metido en la nariz. Desde una perspectiva evolutiva, nos hemos desarrollado en condiciones de mucha suciedad y quizás ese deseo de mantener estériles nuestro entorno y nuestra higiene no nos hagan ningún favor", explicó en diálogo con CBC.
En marzo, la doctora Meg Lemon, dermatóloga especializada en alergias y trastornos autoinmunes, apoyó la hipótesis de Napper en una entrevista con The New York Times en la que alentó a comerse los mocos. "No solo deberíamos hurgarnos los mocos de la nariz, sino también comérnoslos. El sistema inmunitario necesita trabajo, hemos evolucionado durante millones de años con el sistema inmunitario bajo continuas amenazas y ahora no tienen nada que hacer", aseguró.
Ya en 2017, una investigación publicada por el National Center for Biotechnology Information, de Canadá, reveló que las secreciones nasales contienen mucinas salivales que forman una barrera contra las bacterias que pueden provocar la aparición de caries.
Al ver estas conclusiones, los científicos comenzaron a buscar la forma de crear mocos sintéticos que puedan consumirse en forma de chicle o de dentífrico.
En esa línea, según publicó el diario británico The Independent, existen pruebas científicas de que la mucosa presente en las secreciones nasales es una defensa eficaz contra las infecciones respiratorias o las úlceras estomacales.
Así que, si te dieron ganas de volver a explorar tu cavidad nasal... ¡Adelante!