Se llama prematuro al niño que llega al mundo de manera temprana, es decir, antes de haber cumplido las 37 semanas de gestación. Pese a que la prematurez es una de las principales causas de mortalidad infantil en nuestro país, estos bebés pueden desarrollarse saludablemente y disminuir los riesgos asociados a un parto temprano si reciben la atención sanitaria necesaria al momento de nacer y durante el período posnatal.
Los recién nacidos prematuros –y, sobre todo, los prematuros extremos, con menos de 1500 g– necesitan el contacto afectivo de sus seres queridos desde el inicio de la vida. La estimulación que pueden darle sus familiares resulta fundamental, porque los bebés en esta situación tienen una gran necesidad de cuidados médicos, pero también de cariño y reencuentro con su familia.
Al principio, se hace difícil para todos, y en especial para la madre, aceptar que el bebé está en la sala de Neonatología, ante el impacto que supone ver la cantidad de aparatos médicos, alarmas, ruidos y luces que asisten al niño. Pero apenas resulte posible, es central que el equipo de salud promueva el contacto piel a piel entre el bebé y sus familiares: esto significa que deben tener total libertad para verlo en todo momento; esa familia debe estar integrada a la Neonatología y estar cuidada junto con el niño. Si bien el equipo de salud cuidará sus funciones biológicas, sus progenitores son los encargados de transmitirle su amor y deseo de que salga adelante. También resulta valioso que los abuelos y hermanos puedan visitar al bebé para comprender lo que sucede allí adentro y acompañar a los padres.
Algunas de las complicaciones que pueden presentar estos bebés se dan en el área de desarrollo cognitivo, neurológico y motor, al igual que problemas en la visión o en la audición. A fin de evitarlas o para minimizar las secuelas, los recién nacidos deben permanecer en el servicio de Neonatología para recibir cuidados especiales. Es auspicioso saber que los avances de la ciencia en los últimos años han permitido la reducción de secuelas en la mayoría de los casos.
Por otra parte, es sabido que los niños prematuros enfrentan múltiples desafíos a la hora de ser alimentados, pues debido a su estado de inmadurez, tiene dificultades para prenderse al pecho. Esta situación puede ser sorteada realizando la alimentación a través de una sonda que va desde la boca hasta el estómago, ya que los prematuros no tienen desarrollado el reflejo de succión. Así será posible nutrirlos con la leche materna, que redunda en múltiples beneficios nutricionales, gastrointestinales, inmunológicos, psicofísicos y neuromadurativos.
La mayoría de estos bebés tienen un desarrollo neurológico y cognitivo normal. Para favorecerlo, es esencial sostener los cuidados especiales que necesitan al dejar el centro de salud donde fueron atendidos.