"Siempre he recurrido a la comida como una fuente de confort, desde que tengo memoria. Mi infancia fue muy dura a veces y lo único que me hizo sentir la felicidad fue la comida", recuerda Frances Carpenter para un artículo de Women's Health que recorrió el mundo.
Por eso no es sorprendente que durante la adolescencia haya aumentado mucho de peso, llegando a marcar en la balanza 118 kilos. Pero eso no fue el final. Siete años después llegó a pesar 150 kilos. Su rutina diaria era ir del sillón frente al televisor al local de comida rápida.
"Intenté hacer dieta aquí y allá y comencé a hacer ejercicio, pero nada duró. En este punto, yo era lo único que se interponía en mi camino, lo que me dejó enojada y frustrada. Me decía constantemente que no tenía sentido intentar perder peso y me degradaba con una conversación negativa. Luego comía como refugio, que perpetuaba un ciclo interminable", cuenta Carpenter.
Y entonces se enteró que estaba al borde de la diabetes y otros problemas de salud, y ese fue el "golpe de realidad" que necesitó para cambiar su vida.
"Cuando comencé a intentar bajar de peso, comencé lentamente. Sabía que si me precipitaba en un gran cambio de estilo de vida, me saldría del camino como lo había hecho todas las otras veces. Comencé por cambiar mi dieta y luego incorporé lentamente una rutina de ejercicios en mi plan", revela Carpenter.
Un cambio importante en su dieta fue bajar el consumo de carbohidratos pero mantenerla alta en grasas. "Eso me permitió seguir comiendo algunos alimentos que disfrutaba, como hamburguesas con queso y tacos, solo sin el pan. En lugar de arroz, hice arroz con coliflor y cambié de pasta a fideos de calabacín. Una vez que vi que la balanza comenzaba a moverse, seguí haciendo eso porque estaba funcionando". Luego cambió las gaseosas y los jugos por agua u otras bebidas con sabor y sin calorías.
Luego llegó el momento de permitirse los carbohidratos complejos, como fruta o avena, en los días en que sus entrenamientos eran más intensos. "Permitir que mi cuerpo tenga un día de carbohidratos realmente me ayuda a mantenerme en el buen camino. No estoy tan tentada a hacer trampa o atracarme con alimentos procesados con alto contenido calórico", dice.
Un día típico de comida para ella comienza con huevos y tocino con palta o requesón y nueces y frambuesas. Continúa con el almuerzo, que prepara de antemano tres días a la vez. Por lo general, pollo o pavo molido con verduras, palta y un puñado de nueces. Para la cena, pollo con verduras o una ensalada de taco con queso, salsa y palta.
[Antes de comenzar un plan alimenticio o de entrenamiento es importante consultar con un especialista en el tema]