Eunice contó que su papá, un vecino de Long Island (EE. UU.), se levantó un día a la mañana y no podía encontrar su dentadura postiza.
La buscó por todos lados y que la encontró en el lugar más insólito: en la boca de Maggie, su perrita.
El hombre le sacó una foto y se la mandó a su hija y así es como esta insólita historia llegó a internet y recorrió el mundo.