"Comer no es lo mismo que alimentarse y para poder alimentarse bien necesitamos saber cocinar, porque sino dejamos en mano de la industria lo que tendríamos que hacer nosotros", explica Luisina Troncoso cuando se le pregunta sobre el porqué de su nuevo libro "Fácil y nutritivo".
A modo de guía práctica, este libro que acaba de publicar Planeta está pensado para personas de todas las edades que están buscando un nuevo modo de relacionarse la cocina y los alimentos. Allí, Luisina abre de par en par las puertas de la cocina a través de con consejos para saber cómo equipar y mantenerla en orden, cómo hacer las compras, cuáles son las técnicas esenciales de cocción, cómo organizar tu freezer y cómo potenciar los sabores de todas tus comidas, entre otras cosas.
Puericultora, diplomada en salud materno-infantil, doula y amante de la cocina, Luisina Troncoso saltó a la fama con su primer libro "Los primeros 1000 días de tu hijo" en el que aborda el tema del embarazo, la lactancia y la alimentación familiar desde una visión holística. Junto a Caro Horvath es también la fundadora de "Mamá sabe bien", un proyecto que ya tiene más de 100 mil seguidores en Instagram y donde hablan sobre maternidad y alimentación saludable.
-¿Por qué sentiste la necesidad de hacer "Fácil y nutritivo"?
-Yo creo que mucha gente considera que la comida del supermercado es más rápida o más fácil por una falta de información. Comer comida real no es más costoso ni lleva más tiempo, pero hay que saber cómo se procesan los alimentos en casa para que sean ricos y nutritivos. A eso viene este libro, a explicar cosas que una generación entera perdió porque venimos de mamás y papás que trabajaban muchas horas y que prácticamente no nos dejaban entrar en la cocina.
-¿Qué consejos básicos darías para quienes no se le animan a la cocina?
-Que se equivoquen un montón, que prueben y que salga feo o mal. Después de mucha práctica va a salir rico. Y lo fundamental es aprender técnicas, no recetas. Porque con las recetas siempre hay que seguir todo muy al pie de la letra y siempre te va a faltar algo. Lo importante es saber cómo sellar correctamente un vegetal o una carne, saber cómo condimentar, qué sales usar, el uso de ácidos para resaltar. El llamado "umami", un sabor que en japonés quiere decir "delicioso" y que hace que todo sea más rico y que obviamente la industria lo usa a través de productos químicos como exaltadores del sabor, pero en casa lo podemos hacer con productos simples y reales: un poco de queso rallado para levantar una tarta de acelga o las remolachas asadas y bien doradas en el horno va a ser muy distinto que hervirlas un montón de tiempo y que pierdan el sabor. Pequeñas herramientas que ayudan a que las comidas de todos los días sean muchos más ricas.
-¿Cómo puede uno guiarse sin caer en dietas muy extremas o en fanatismos?
-Para empezar siempre está bueno ver profesionales de salud que te guíen y hacer controles. Yo como puericultora trabajo desde una visión holística, veo a la persona como un conjunto de un montón de factores. Está bueno tener un plan, pero después si vamos a lo práctico si pensás "¿esto lo puedo comer o no?" podés aprender qué es la comida real y no te vas equivocar.
-En Argentina se está debatiendo la implementación del etiquetado frontal de alimentos. ¿Pensás que esto puede mejorar el modo en el que nos alimentamos?
-Creo que es necesario para que dejemos de comprar esos alimentos o que haya conciencia para comprar cada vez menos. Y si vamos a comprar cosas con paquetes y códigos de barra que nos fijemos que tengan menos de cinco ingredientes, pero a veces es tan chiquita esa etiqueta que para muchos es difícil de encontrar. Esta herramienta nos va a ayudar a distinguir qué sí y qué no.
-Tu Instagram Mamá sabe bien tiene muchísimos seguidores. ¿Cómo surgió la idea?
-Estudié puericultura e hice muchos cursos y soy hija y nieta de cocineras. Quería compartir lo que iba aprendiendo. Al principio compartía recetas que quizás eran muy sofisticadas. Una vez encontré un cuaderno de primer grado y en mi listado de cinco comidas preferidas decía soufflé de queso, escalopes al marsala con hongos de pino y en quinto lugar estaban las milanesas con papas fritas. Porque mi mama cocinó siempre así y para mí era súper natural. Después me di cuenta que a mucha gente le faltaba el paso uno.
-Después llegó tu libro "Los primeros 1000 días de tu hijo" que fue furor…
-Sí, el concepto de los mil días influye muchísimo en nuestros hábitos y en la salud de nuestros hijos a futuro. Lo que comes antes de la gestación, durante la gestación, el puerperio y lo que come después tu bebé en los primeros años de vida influye muchísimo. No está aislada la puericultura de la alimentación. Un abordaje holístico de la lactancia que tiene que ver con todo lo que pasa alrededor. La alimentación puede ser medicina preventiva o curativa.
-¿Cuál es el problema o las dudas que más recibís de las madres?
-El primer problema es que vemos la alimentación de los bebés como algo especial o distinto a la alimentación de los adultos. Hace cien años no existía comida especial y los niños comían lo mismo que los adultos adoptado a sus capacidades. Lo que hago no tiene absolutamente nada de moderno. La comida para bebés no existe. Hay que saber adaptar las comidas de bebés, niños, niñas según lo que necesiten. Confiar en su autorregulación y ver qué está pasando en su entorno. Si yo leo libros, mi hija lee libros. Si yo como acelga, quizás después de verme mil veces comer acelga va a empezar a comerla. El aprendizaje en la niñez pasa mucho a través de la imitación y es súper importante como intervención mínima revisar qué estamos haciendo nosotros como padres. Que es re fácil.
-¿Por qué muchos niños o niñas suelen rechazar los alimentos más saludables?
-Hay distintas etapas en la neofobia, que es la fobia a lo nuevo y es un instinto que nos quedó de otra época donde estábamos más expuestos a distintos peligros. Por lo general esta fobia va a lo verde y pasa a partir de los 18 meses. Mi hija comía de todo, brócoli, remolacha y a los 18 meses se me rompió el bebé (risas). Y ahora tiene 7 años y después de muchos años de investigar y de intentarlo varias veces cada vez va comiendo más variedad. Hay esperanzas. Cambiando cosas tan simples como ponerles una silla baja en vez de una silla alta donde no se puede mover o bajar, o poner la comida en una fuente familiar en el centro de la mesa en vez de servir y obligar a probar. Siempre digo que tenemos un mantra: tu trabajo es poner comida saludable en frente de tu hijo y después la decisión de cuánto y qué comer es suya.
-En tu Instagram mostrás una maternidad muy real, lejos de la perfección. ¿Pensás que eso influye en que te sigan tantas madres?
-Creo que sí. Yo cuando empecé no había mucha información. Fui empezando a investigar y para transmitirla la cuento como es, como lo vivo. No trato de dar una imagen perfecta y muestro un poco eso, que puede tener una familia distinta y que no siempre las cosas van a ser perfectas. Me parece súper importante contar las cosas como son y no dar la idea de una maternidad rosa e ideal.