Todo empezó como un proyecto de garaje de dos hermanos rionegrinos, a mediados de 2016. Bruno y Franco Moretti, uno informático y el otro biólogo molecular, decidieron embarcarse en un viaje disruptivo que daría vida a la Destilería Moretti.
“Poder ver más allá, imaginarnos dentro de un mundo desconocido fue el desafío que nos inspiró”, resume Bruno. Cuentan que el trabajo fue arduo, pero los resultados no se hicieron esperar. Buenos Aires Gin acumula una medalla de bronce de la International Wine & Spirit Competition y el máximo galardón de The World Gin Awards. También el Caporale Oaked Gin fue premiado en ese prestigioso concurso en la categoría Best Matured Gin. Otro producto que los enorgullece es su Gin Tonic tirado, totalmente craft, elaborado a partir del BA Gin y un agua tónica propia.
¿Pertenecer a otros mundos los favoreció en la destilería?
FM: Sí, definitivamente. Porque no contar con estructuras preestablecidas promueve la creatividad, no sólo de las características organolépticas de nuestros productos sino sobre todo en los métodos empleados. Desarrollamos nuestro propio método de experimentación y desarrollo para minimizar lo que normalmente se conoce como “prueba y error” y convertirlo en “prueba e información”. Así las subjetividades se vuelven concretas y medibles.
¿Qué distingue a los productos que elaboran?
BM: Con el Buenos Aires Gin nos propusimos hacer un gin equilibrado y complejo, con presencia de enebro marcada y amalgamada con el resto de los doce extractos botánicos. En cuanto al Carporale Oaked Gin, la dificultad fue encontrar el punto justo de añejamiento para que la madera le aportara la complejidad del reposado sin añadir taninos astringentes.
¿Cómo podemos saber si estamos ante un gin de calidad?
FM: La apreciación de la calidad tiene un componente objetivo vinculado con la ausencia de descriptores aromáticos indeseables. Lo subjetivo se relaciona con la tomabilidad, la amabilidad, el balance y, sobre todo, el gusto personal.
GIN TONIC
Colocar gin y tónica en una proporción 30/70. Sumergir una rodaja fina de morrón amarillo entre el vidrio y el hielo. “Aplaudir” una hoja de menta dándole un golpe para que libere sus esencias sin amargar al trago. Ubicar la menta en el interior de la rodaja de morrón.
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