Son más habituales en mujeres, en una proporción aproximada de tres por cada hombre. Incluso, pueden aparecer en nenas y nenes, pero su prevalencia es notablemente mayor en los adultos a partir de los 65 años, incrementándose luego de los 80, cuando uno de cada tres padece mareos.
Tanto mareo como vértigo son síntomas y no enfermedades, y sus causas más frecuentes son las alteraciones del oído interno y neurológicas.
Cuando se les pregunta a los pacientes qué es lo que sienten, les resulta muy difícil responder y pueden utilizar diferentes términos o descripciones como, por ejemplo, sensación de flotación, la cabeza vacía, llena o pesada, inestabilidad al caminar, sensación de que se van a desvanecer y de que las cosas giran, entre otros.
El mareo es una percepción alterada de la orientación espacial, pero sin sensación de movimiento (Por ejemplo, sentir la cabeza vacía); mientras que el vértigo nos hace sentir que el exterior se mueve o gira a nuestro alrededor, sin que esto esté ocurriendo en realidad. La inestabilidad, en tanto, es la sensación de no estar equilibrados al caminar, como si se estuviera bajo los efectos del alcohol.
Estos síntomas pueden presentarse aislados, como ataques recurrentes o padecerse de manera crónica. Su impacto es muy importante, tanto en salud pública como en la vida social y laboral del paciente. Genera restricciones en la cotidianidad y provoca pérdida de autonomía e independencia.
Según un estudio realizado en los Estados Unidos en 2014, el 34% de los adultos con mareos presentó caídas frente a 9 % que no los padecían. Además, el porcentaje de lesiones por caídas también fue mayor en aquellos con mareos. Sufrir estos síntomas se considera un gatillo para la aparición de trastornos psiquiátricos como la ansiedad (28 %), los ataques de pánico (12 %) y las fobias (9 %), por lo que es esencial consultar.
El vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB) es la causa más frecuente de vértigo en el mundo. Se trata de un desorden vestibular (parte del oído interno encargada del equilibrio) y se estima que una de cada tres personas lo padecerán al menos una vez en su vida. Es más frecuente en mujeres y mayores de 65 años.
Se produce por la migración de otoconias, conocidas como piedritas del oído, desde su ubicación habitual (la mácula utricular), que es una superficie gelatinosa que las contiene, a unas estructuras llamadas canales semicirculares. Sucede luego de un traumatismo de cabeza o cuello, o espontáneamente, por ejemplo en la cama cuando despertamos y giramos la cabeza para apagar el despertador.
Puede durar unos segundos y hasta un minuto y medio, y se repite cada vez que hacemos dichos movimientos con la cabeza. Habitualmente, se experimenta acompañado de náuseas, vómitos, palidez, sudoración y manos frías.