Una de las complicaciones de la diabetes es el desarrollo del pie diabético, con lesiones graves que conducen a discapacidad e incluso a la pérdida de un miembro. Con frecuencia, es el resultado de múltiples factores de riesgo asociados.
La diabetes es una enfermedad metabólica crónica que en la Argentina, donde la incidencia es grande, afecta a uno de cada diez mayores de veinte años, y la mitad desconoce su diagnóstico.
El desarrollo de neuropatía y de enfermedad vascular periféricas juegan un papel central en la aparición de complicaciones renales, en ojos y pies. La neuropatía lleva a un pie insensible, incapaz de protegerse de traumas menores, lesiones térmicas o roces de calzado, y, otras veces, produce su deformidad.
La pérdida de la sensación de protección, las deformidades del pie y la movilidad articular limitada pueden provocar una carga biomecánica anormal, capaz de causar un alto estrés en algunas áreas, cuya respuesta suele ser una piel engrosada. Por lo general, sucede que este callo conduce, luego, a un aumento adicional en la carga y, eventualmente, a la ulceración de la piel.
La enfermedad arterial periférica, en tanto, es un factor de riesgo importante para la cicatrización de heridas. Muchas úlceras están causadas por neuropatía combinada y menor circulación, y los síntomas pueden estar ausentes por la misma neuropatía. Para la prevención y tratamiento del pie diabético, se debe enfocar el cuidado en la educación del paciente, de manera multidisciplinaria y con monitoreo cercano, identificando los factores de riesgo y focalizando la terapéutica en cada caso. ¿Cómo deben cuidar sus pies las personas con diabetes?
Higiene:
Lavar los pies todos los días con agua tibia y jabón. Controlar siempre la temperatura con las manos. No se recomienda el uso de jabones antibacteriales.
Secado:
Secar bien entre los dedos para evitar hongos. No utilizar secadores o calefactores que puedan quemar la piel.
Hidratación:
Hay veces en que la piel se puede secar mucho y es posible que se pele o agriete. El problema es que los nervios que controlan la grasa y humedad de los pies ya no funcionan. Por lo tanto, utilizar diariamente cremas humectantes con vitamina A para prevenir la aparición de grietas y callosidades, evitando colocarla entre los dedos.
Examen:
A menudo, la pérdida de sensación por la neuropatía lleva a que la persona no sienta una lesión. Puede que aparezca una ampolla y no se registre. Por lo tanto, es importante revisar diariamente los pies; y si resulta difícil, utilizar un espejo o pedir a otra persona que lo haga.
Medias:
Mejor las de algodón. No deben ser apretadas, pero tampoco flojas para que los pliegues no lastimen. Las de colores claros ayudan a notar lastimaduras si se manchan.
Calzado:
Escoger los que no tengan costuras internas que puedan lastimar, con forros que permitan la transpiración. Preferir tacos bajos con punteras anchas y capelladas altas. Utilizar plantillas indicadas. Nunca caminar descalzo. Uñas: cortarlas de manera recta, derechas y limar los bordes. Evitar la resección excesiva que hace que se encarnen. Cuidado con remover demasiado las cutículas. Se recomienda concurrir a podólogos especializados.
Temperatura:
Protegerlos del calor y del frío. Usar calzado en la playa o sobre el piso caliente. Probar el agua antes de sumergirlos. Nunca usar bolsas de agua caliente, almohadillas o mantas eléctricas. No aplicar hielo.
*Médica traumatóloga, especialista en pie y tobillo, servicio de Traumatología y Ortopedia del Hospital Italiano.