Desde el centro de control en pleno desierto de Dubái, se pueden recrear las condiciones climáticas de Noruega y las frías corrientes del Atlántico para garantizar la supervivencia de una industria salmonera incipiente pese al abrasador calor reinante.
Dubái sabe de ambiciosos proyectos surgidos, como la construcción de una isla con forma de palmera frente a las costas o unas pistas de esquí dentro de un centro comercial.
Pero "nadie se hubiera imaginado" que se puedan criar salmones en el desierto, reconoce Bader bin Mubarak, jefe ejecutivo de la piscifactoría. "Es exactamente lo que estamos haciendo en Dubái", asegura.
En las instalaciones, el agua y las temperaturas fluctúan para crear las condiciones que necesitan los salmones para crecer en cuatro tanques gigantescos en pleno desierto.
"Simulamos la salida y la puesta del sol, las olas, las corrientes marinas o simplemente el agua dulce de los ríos y tenemos aguas profundas y poco profundas", explica Mubarak a la AFP.
Incluso para un país conocido por sus extravagantes empresas, construir una piscifactoría en la frontera sur del emirato, fue un auténtico desafío.
El salmón vive normalmente en las aguas frías de Islandia, Noruega, Escocia, Alaska o Chile, por lo que criar salmón en un país donde las temperaturas alcanzan los 45º es como mínimo arriesgado.
"Crear el entorno para el salmón fue lo más difícil", reconoce Mubarak. "Pero tuvimos la idea de hacer agua oscura que se parece a las aguas profundas, una fuerte corriente como el océano con el mismo nivel de salinidad y la temperatura del Atlántico".
La granja compró unos 40.000 alevines en un criadero en Escocia y miles de huevos en Islandia para criarlos en tanques abiertos en el distrito de Jebel Ali, en el sur del país.
El salmón nace en agua dulce pero vive en agua salada la mayor parte de su vida antes de regresar a los ríos para desovar. En su nuevo hogar en Emiratos Árabes Unidos, los tanques se llenan con agua de mar limpia y filtrada.
La piscifactoría produce entre 10.000 y 15.000 kilos de salmón mensualmente.
Se construyó en 2013 con el apoyo del príncipe Sheikh Hamdan bin Mohammed bin Rashid Al-Maktoum, para criar salmón y otros pescados como la serviola japonesa, utilizada en la preparación del sushi.
Pese al desafío tecnológico, la "mayor producción" de la piscifactoría es el salmón, que se vende en Dubái y en el resto de los Emiratos Árabes Unidos, donde viven millones de expatriados.
"Los UAE importan cerca del 92% del pescado que consumen, y el objetivo es sustituir estas importaciones con producción interna para tener seguridad alimentaria", explica Mubarak.
"En caso de interrupción, ciclones o inundaciones, los UAE podrán abastecerse solos. Este es el principal objetivo", reconoce.