Charlie Brooker es el creador de Black Mirror, esta serie marcó un hito en la forma de narrar historias con toques siniestros que escandalizan con situaciones impensadas, las cuales es posible que pasen según cómo avanza el desarrollo de la tecnología.
En 2011 inició la primera temporada y para junio 2019 contaba ya con quince episodios, los cuales se pueden ver en la plataforma de streaming Netflix, quién adquirió los derechos de la propiedad intelectual del producto.
El planteo del relato de cada uno de los capítulos son más que interesantes y cautivadores, precisamente el de la segunda temporada, donde se especula sobre la muerte en un futuro mayormente digitalizado.
Por qué “Vuelvo enseguida” es el episodio más triste de Black Mirror
“Vuelvo enseguida” (Be Right Back), es el episodio más triste y movilizante, ya que gira en torno al duelo de perder a un ser amado y sobre cómo afrontar esta situación. Te lleva a una profunda reflexión sobre la perpetuación de la vida humana a toda costa.
La condición efímera que caracteriza a las personas, es algo muy difícil de entender para todos y todas. En una cultura donde solo nos enseñan a preocuparnos por lo material en la mayoría de los casos y nos atormenta el exceso de futuro, se nos olvida que tenemos un fin y que hay que lograr detenerse en los momentos presentes, los más sencillos, esos que le dan el valor real a la vida.
Otra cuestión complicada de comprender es el hecho de cómo cada vida, tras fallecer, deja un recuerdo muy apegado que perdura entre los que continúan en el plano de lo terrenal. Este capítulo se trata de la historia de una joven mujer, Martha, que pierde a su pareja, Ash, en un accidente automovilístico.
Como escape para no afrontar el duelo, adquirió un humanoide artificial que, según los vendedores, sería una réplica exacta de su novio, porque tiene un sistema donde se cargan todos los datos y recuerdos del fallecido para que un software procese la información y pueda hablar, responder y comunicarse precisamente como lo haría el difunto.
La posibilidad de relacionarse con un robot que sustituye en el día a día al humano con el que compartías absolutamente todo, bloquea por completo la sensación de vacío existencial de la gran y dura falta de ese ser querido. Justamente esta sensación de pérdida es la que en muchos casos te enseña que tenés que seguir viviendo sin ese ser, además de amarlo de otra manera, no solamente física.
Pero los humanos tendemos a las conductas evitativas, ya que causan menos dolor, son las más rápidas. Algo así como querer todo ya: sin esfuerzo, sin sacrificio, sin dolor. El deseo inevitable de sentir placer continuamente y que todo sea cada vez más fácil, muchas veces te lleva a fracasar, y que a la larga duela aún más y alargues el tiempo de asumir la realidad que te toca.
Volviendo al caso, este relato se centra en los sentimientos de la pérdida y cómo a partir de todos los rastros que dejamos en la red de internet, como las fotos, audios, chats, incluso los me gusta, sería posible reconstruir un perfil personal, minuciosamente preciso, de la personalidad del sujeto que se desee obtener. Algo así como la inmortalidad de la vida gracias a la tecnología.
A medida que avanza la historia, se empieza a ver que en la relación entre la joven y su humanoide, no alcanza solo con los recuerdos y la supuesta capacidad de unión a partir de estos. Martha se da cuenta de que la representación de Ash no se comporta como lo haría su difunta pareja.
Al fin, logra ver que todos los pequeños detalles que eran propios del Ash real y que lo hacían humano, son imposibles de reproducir. Un robot no puede adentrarse en el mundo de las hermosas emociones internas y viscerales del humano, tampoco de la tan linda capacidad de sentir que tenemos.
El humanoide solo responde a órdenes y aunque tiene un patrón de respuesta parecido a la experiencia de Ash, no puede tomar decisiones propias, ni sentir lo que el difunto sentiría.
La protagonista llega a la conclusión de deshacerse del mismo. Pero en la réplica hay recuerdos que compartió y si lo tira, los perdería, así que decide finalmente conservarlo. Limitando la interacción entre ellos y como todo robot, obedece.
Al final, la mujer, canaliza todo ese sufrimiento en la experiencia de criar una hija. Puede revertir esa pena y convertirla en algo positivo. La decisión propia es algo que incluso las máquinas más avanzadas no pueden tener. Ningún software puede tener la libertad de actuar libremente y emocionarse que tenemos las personas.
Creo que no hay evasión posible frente al duelo de una pérdida. La muerte de un ser querido por más triste que sea debe vivirse. Aceptar la nueva realidad es lo que nos hace humanos, nuestra capacidad al cambio y a la adaptación.
El final de una persona amada nos separa de su presencia física, pero no de todos los recuerdos y vivencias que solo quedan en nuestra mente y nuestro corazón, como un tesoro invaluable hasta que nos toque a nosotros partir y ese duro ciclo lo tengan que vivir otros, y así sucesivamente...
Creo que resulta extremadamente deslumbrante imaginar el futuro de la eternidad del ser humano desde la ciencia ficción. Estos 48 minutos de capítulo, son sorprendentes y sumamente reflexivos, a mi parecer, es el mejor episodio de la serie.