Lamenta Gustavo Garzón que se haya perdido la costumbre actoral de "la comilona", esa moda tan habitual que era moneda corriente durante décadas, después de las funciones teatrales. Dice el actor que todo ha cambiado, que los actores se han vuelto más individualistas, que prefieren irse temprano a casa y, además, "se sale mucho menos por cuestiones económicas. Una cena afuera puede estar cerca de los mil mangos", remarca y recuerda una charla con Pepe Soriano días atrás. "Con 90 años, Pepe es tan entusiasta, claro, es de los de antes y se pone melancólico. Se muere por salir del teatro y que vayamos a picar algo y hablar de boludeces –dice él-. Y no le quiero fallar… Vamos a tratar de arreglar con Osvaldo (Laport) y con Víctor (Laplace), a ver si lo podemos hacer aunque sea una vez por mes".
Garzón también quiere recuperar aquellos tiempos y "¡qué mejor que hacerlo con los compas de trabajo!", se refiere al elenco de "Rotos de amor", una de las obras más exitosas del teatro argentino en estos días.
Una obra que parece querer reivindicar la imagen del hombre, un tanto vapuleada en estos tiempos… Ahora el hombre está mal visto y creo que de alguna manera "Rotos de amor" intenta rescatar el lado sensible, amoroso, sufrido y vulnerable de cuatro perdedores en la ruta del amor. E intenta romper ese mito de que la mujer es la que más sufre cuando se deshace una pareja.
Pero no es así, de ninguna manera…
El hombre también queda muy mal parado, quizás lo exterioriza menos.
¿Te sentiste alguna vez un "roto" de amor?
Sí, muchas veces, claro. Sé perfectamente lo que es sufrir por amor, de un lado y del otro del mostrador. Me han hecho sufrir y yo he hecho sufrir sin pretenderlo.
¿Vos sentiste culpa de haber dejado a una mujer?
Mucha culpa sentí, porque el que deja parece ser el villano, aunque no es así, pero queda esa sensación amarga… Uno quisiera evitar que el otro sufra, pero como dije, el corazón es el que manda, no hay sabiduría que pueda vencerlo, la pasión es irracional.
¿Sos de los que no estiran la relación cuando ya no funciona?
Soy de los que blanquean el malestar existente, de los que prefiere decir las cosas como son, aunque no siempre sea lo más políticamente correcto. Pero, ¿para qué sirve estar con alguien si no hay amor ni deseo? Al menos yo la vida amorosa la entiendo así, y supongo que por eso, imagino, es que hoy estoy solo.
¿A qué te referís?
A que yo en cuestiones amorosas no tengo más acuerdo que el amor y el deseo, todo lo demás conmigo no corre. Me refiero a la comodidad de un techo, a la tranquilidad económica o a no alterar la “felicidad” de los hijos… Yo no practico esa inercia de las parejas automatizadas, que se llevan como hermanos, que dejan todo como está para no abandonar la zona de confort.
¿Te ha costado sostener una pareja en el tiempo?
Es muy difícil, la convivencia es compleja, hay tensiones, competencias, cortocircuitos… Yo siempre admiré a esas parejas que pudieron sostenerse en el tiempo.
Además de "Rotos de amor", tu verano coincidió con el estreno de la película Sueño Florianópolis…
Para mí es un verano maravilloso, insuperable, porque también reestrené la obra "200 golpes de jamón serrano" y dirigiré a mi hija Tamara Garzón en otra pieza del ciclo Microteatro. Creo que nunca en mi vida tuve un comienzo de año como éste… de hacer tantas cosas que me gusten y que también guste al público, porque disfruto en teatro cuando veo a la gente pasarlo bien.
En la obra "200 golpes de jamón serrano" te parás frente al público y contás mucho de tu vida, de los momentos duros que tuviste que enfrentar como el cáncer de lengua, la muerte de Alicia Zanca, tu lucha por la inclusión de tus hijos con síndrome de Down…
La obra, que escribió Marina Otero, es parte de mi vida. Ella me entrevistó durante veinte horas, me exprimió, sacó todo de mí y decidió hacer esta suerte de biodrama, en el que desnuda mi ser. Y lo loco es que yo hablo de mí en escena y repaso distintas etapas de mi vida pero a partir de la mirada de Otero, una chica de 32 años, más guarra, más frontal y más insolente en el buen sentido.
¿Te costó abrirte tanto?
Al principio me dio miedo, porque yo hablo de todo y con nombre propio: mi mujer Alicia Zanca, mis hijos mellizos Juan y Mariano, que participan cantando una canción, y otros personajes como Adrián Suar, José María Muscari o Daniel Fanego, además hablo del cáncer que superé, siempre apelando a cierto sentido del humor, pero sin pretender dar cátedra de autoayuda, algo que está lejos de mí.
¿Se puede decir que das un mensaje para aquel que esté atravesando una situación difícil con la enfermedad?
Yo estoy hablando del cáncer que tuve hace diez años pero con una mirada a la distancia, que quizás pueda ayudar y aliviar a muchos que la estén pasando mal. Entonces busco dejarles mensajes como "se puede", "se sale adelante", "no hay que aflojar", "hay que confiar en uno" y me animo a decir que hasta no sólo puede ser un aprendizaje, sino también un buen momento, aunque parezca mentira.
¿A la distancia ves al cáncer como algo positivo?
No al cáncer sino a cómo yo encaré la lucha contra la enfermedad. Yo me dediqué a mí como nunca antes, me escuché, me hablé y cambié, porque el cuerpo me lo estaba pidiendo. Lo entendí como una posibilidad de cambio, sentí que tenía algo que modificar.
¿Cambiar qué, Gustavo?
Decidí cambiar de verdad, empezando por promover el diálogo, más allá del disenso, sin imponer mis verdades y a decir que “no” pero con dulce de leche –sonríe-. Se puede decir que no sin dejar de ser quién se es y sin ganarse enemistades tóxicas.
Dijiste que te dedicaste a vos como nunca antes…
Tuve días complicados, fuleros a nivel estomacal, producto de los rayos y la quimio, mucho cansancio también, pero fueron no más de quince días en los seis meses de tratamiento, los que aproveché para descansar, leer y escribir un montonazo. Creo que la tranquilidad interior colabora en la pronta recuperación.
Sin pretender aleccionar, ¿qué le dirías a quien tiene que enfrentar un proceso similar?
Primero, que confíe en el tratamiento, que sea optimista, y después que se permita revisarse interiormente para entender dónde están las zonas del odio, de la crispación y de lo no dicho, que es lo que enferma. Y decirle lo que hice yo, que fue dejarme querer, probar con delegar y entender que siempre alguien nos va a ayudar. Y algo más: por favor, evitar sentir ninguna responsabilidad durante el tratamiento.
¿Llegaste a descifrar qué es el cáncer? ¿Se lo puede entender?
Yo lo entendí como una enfermedad emocional que, uniéndose al tabaco, como fue mi caso, puede provocar un cóctel letal. Tal vez el tabaco sin lo emocional, o lo emocional sin el tabaco hubiera podido zafar, pero unidos son indigeribles.
No sé si sos creyente, pero ¿te pasó de mirar al cielo y preguntar enojado "por qué yo"?
Sabés que no. Nunca me enojé ni tampoco maldije a nadie. Hace poco empecé a repasar ciertas cosas que me sucedieron, como mis hijos con discapacidad, la muerte cercana de mi papá y, rápidamente la de mi mamá, después me separé al poco tiempo de Alica (Zanca), una mujer y madre extraordinaria, que más tarde se enfermó y falleció. Pero no me pregunto por qué, las cosas pasan y punto. A todos nos pasan cosas, yo no me siento más infeliz ni menos feliz que nadie.
¿Sentís que también la vida te ha recompensado con cosas buenas?
Mucho, a la vida le estoy agradecido por darme todas estas oportunidades, como la de ser padre de cuatro hijos increíbles, de poder realizarme profesionalmente, de seguir haciendo deportes… Tengo una casa linda, un autito… Me las rebusqué para tener una vida acorde a mi gusto pese a las dificultades que me tocó sortear.
¿Hoy estás plenamente recuperado de salud?
Sí, estoy bien, haciendo deporte (running, tenis y yoga) y cuidando el cuerpo, al que necesito mucho para afrontar una exigente temporada teatral, que exige bienestar y entrega. Una vez le preguntaron a Pepe Soriano qué le aconsejaría a un actor joven y Pepe respondió: "Que duerma mucho y bien".
¿El pucho nunca más, o cada tanto alguna pitada?
Me fumo dos cigarrillos por noche. No paso de eso, lo tengo muy controlado. Por suerte ya no tengo el vicio, lo pude superar, aunque me quedó ese gustito que cada tanto me pide una pitadita. Pero tengo claro que no me quiero volver a enfermar, por eso me cuido.
Te hiciste fuerte en la adversidad...
Entiendo que sí, no me paralizo, creo que me manejo bien, es un terreno en el que puedo sobrevivir porque siento que estoy curtido. Es más, hasta te confieso que me motiva la adversidad, me da fuerzas para intentar encontrar la salida.
Se la recuerda poco a Alicia Zanca, una inolvidable actriz…
Yo la recuerdo mucho, todo el tiempo, y con nuestros melli vamos al cementerio, en Pilar, a visitarla una vez por mes y para mí es una experiencia extraordinaria. Hasta tengo ganas de filmar a Juan y a Mariano y subir a las redes esa secuencia en la que le cantan y le cuentan a la madre todo lo que hicieron… pero me parece un momento tan íntimo que me echo atrás.
¿Cuánto te enseñan Juan y Mariano en la vida cotidina?
Muchísimo, y todo el tiempo. Y me dieron una lección al relacionarme con la muerte de manera distinta, como que la persona no muere sino que se retira… Para mí ir con ellos al cementerio es un gran plan, aunque parezca mentira. Y nos volvemos contentos, cantando y organizando la próxima visita. Es algo mágico.
¿Mágico como el colegio de comedia musical que creaste para personas con discapacidad intelectual?
Bueno, eso es lo mejor que hice en mi vida, es mi orgullo más grande que superó ampliamente mis expectativas. Mi paso por este mundo ya está justificado con la existencia de esa escuela que yo construí para mis mellizos y que hoy se expandió y contiene y abraza a 40 chicos, la mayoría con síndrome de Down, en la que están mis dos hijos y también mi hija Tamara, que allí es profesora. Todo un orgullo.
Gustavo, ¿qué opinás cuando a los actores se les pide que respondan de todo: desde la grieta política, pasando por la ley del aborto hasta el #NiUnaMenos o, como en este caso, sobre Juan Darthés?
Supongo que tiene que ver con modas y determinados momentos. Están los que opinan lo correcto, pero creo que el periodismo busca enganchar a alguno que piense lo contrario para generar rivalidad, disputas y pleito y con un título catástrofe lograr la mayor cantidad de clicks en la web. Es como que se está a la pesca de alguien que se anime a decir lo que no dice casi nadie y al que se anima, lo mandan al paredón. Básicamente se trata de armar quilombo porque el quilombo vende. Lamentablemente, es la verdad.
Tocan el timbre de la casa de Garzón, es su hija Tamara, que viene a ensayar la obra de Microteatro.
La entrevista llega a su final y Gustavo pregunta: "¿Cuándo saldrá?".
Si bien no se le confirmó una fecha, sí se le dijo que saldría en la tapa.
"¡¿En la tapa?! Será la primera vez en mi carrera que saldré en una tapa de revista"