El dinero es uno de los temas tabú en la relación interpersonal: de eso no se habla, queda mal preguntar y mejor no saber cuánto y cómo gana cada uno su dinero.
De esa manera, carecemos de información y entrenamiento a la hora de lanzarnos a la vida adulta y sustentarnos. No nos enseñan, no nos contestan y por lo tanto comenzamos a manejarlo con nuestras propias herramientas y criterios.
En realidad el dinero tiene mala prensa, pero la administración de las finanzas personales es una habilidad concreta que puede aprenderse, como tantas otras. Sólo hay que superar las barreras culturales que nos impiden hablar del tema.
La bloguera Kristin Wong, autora de "Get Money: Live the Life You Want, Not Just the Life You Can Afford" sabe mucho del tema pero reconoce que al igual que el común de los mortales, a la hora de invertir no tenía ninguna orientación. Sólo recuerda que vivía en un hogar muy austero.
La austeridad parece desalentadora y permite gratificaciones instantáneas: qué hacer con el dinero que se deja de gastar, sin mayor conocimiento ni investigación.
Desde esa austeridad ella planea aspectos más sofisticados para llegar a las finanzas personales, generando así dinero extra.
Pero entonces, llega el gran dilema: ¿qué podemos hacer con él?
Si no podemos hablar directamente con los que han tenido éxito, bueno es también buscar libros, sitios de finanzas personales, blogs o redes sociales que pueden enseñarnos lo básico y un poquito más.
No es buena práctica comprobar constantemente nuestro saldo, ya que no hay manera de que las cuentas crezcan por arte de magia. Si controlar regularmente, pero nada obsesivo.
Si nuestro problema es la compra compulsiva, lo mejor es no acercarse al shopping salvo que sea necesario. Lo mismo en el supermercado, no frecuentar las góndolas con productos que no pensábamos comprar. Salir siempre con una lista concisa de artículos es la mejor recomendación.
Es importante tener en claro por qué queremos ahorrar o mejorar. Porque si el propósito no es evidente, termina en una mera ilusión, un capricho. Y suele no dar resultados.
Si el objetivo es un viaje, un auto o una casa, el fundamento ya es más sólido y todo progreso nos dará una gran satisfacción.
El primer paso es trabajar mentalmente para descubrir nuestra motivación y hecho esto el paso práctico es saber en qué gastamos. Detallar minuciosamente todas las compras y seguramente nos asombraremos de ver cuán tentados estuvimos ante algunos de esos gastos.
La técnica más antigua y efectiva de registro es el lápiz y papel, pero tambien hay muy buenas aplicaciones destinadas a este fin, como Personal Capital, ExpenseKeep o Mint, uno de los preferidos.
Muchas veces pensamos que tenemos más control sobre las decisiones relacionadas con nuestros gastos del que en realidad tenemos. Gastar dinero por lo regular es una experiencia muy emocional, así que lo más importante para desarrollar mejores hábitos en el manejo del dinero es entender las emociones que produce.
Otra cosa que nos puede ayudar a administrar las cuentas es tratar de identificar el papel que desempeñamos en relación con el dinero, que es básicamente nuestra personalidad monetaria.
Bradley T. Klontz, psicólogo financiero y planificador financiero certificado, indicó, en una entrevista con el NYTimes que todos desempeñamos cuatro papeles o patrones asociados con el dinero.
Vigilante: cuando somos extremadamente cuidadosos con el dinero, y por cierto, es el papel más deseable.
Evasor: cuando nos convencemos a nosotros mismos de que el dinero no es importante y no nos preocupa.
Estatus: cuando se relaciona el valor como persona con el valor neto en dinero.
Adorador: cuando se piensa que tener más dinero resolverá todos los problemas.
Para mejorar los hábitos de gastos es necesario identificar claramente la relación con el dinero y la forma en que lo manejamos, para así evitar hábitos negativos.
Administrar bien el dinero es un hábito y se mejora al ejercerlo regularmente. Hay que invertir tiempo y energía para aprender y hacerlo constantemente.