El 26 de abril de 1997 Crystal Haag desapareció de su casa de Baltimore, en el estado de Maryland, en Estados Unidos. Ese día, como siempre, su mamá había ido a trabajar a una casa de comidas. Antes de partir, le pidió a su hija que se quedara cerca de la casa si pensaba salir y ésta le respondió que se quedara tranquila, pero cuando Cynthia Haag volvió a su casa su hija se había ido.
Desde aquel día y por casi 21 años la mujer no se movió de aquella vivienda, esperando a que Crystal regresara. Hasta que ese día llegó pero apenas pudo reconocerla cuando la tuvo enfrente, estaba completamente cambiada, se había convertido en madre y hablaba fluidamente el español.
Su nuevo apellido era Sunders y en su documento figuraba un año de nacimiento falso.
Tras su aparición, salió a la luz un doloroso secreto familiar. La joven pudo contarle a su mamá que un vecino había abusado de ella por primera vez a los 9 años y lo siguió haciendo hasta el día de su partida.
Según contó la joven al Washigton Post, ella estaba segura de que su mamá sabía del los abusos (algo que la mujer le negó rotundamente) y encontró el abandono de hogar como su única salida.
Aquel día, Crystal estuvo con sus amigos hasta la medianoche y, cuando se despidió, partió hacia la terminal donde se tomó un micro a Nueva York.
Al llegar allí, se instaló en el Bronx y cambió su año de nacimiento, de modo que pasó de tener 14 años a tener 23. Modificó su apellido por Sanders y comenzó a trabajar limpiando casas.
Al poco tiempo quedó embarazada y consiguió su licencia de conducir y su tarjeta de salud con sus nuevos datos personales.
Años después se convertiría en mamá tres veces más y se uniría a la comunidad de dominicanos del Bronx, adoptándolos como su nueva familia.
"Es como encontrar a una persona totalmente nueva. Se fue como una niña, pero volvió como adulta. Pero solo quiero quererla como es", reconoció la mamá.
Hoy Crystal se reconcilió con su mamá y se mudó a la casa de su tío, en un barrio próximo a la casa de su infancia. Mientras tanto, Cinthya considera que llegó el momento de mudarse de la casa en la que esperó durante 20 años el regreso de su hija.